Esto es todo lo que debes saber sobre la Reforma eléctrica, la nueva política mexicana que restringirá el uso de energías renovables en el país.
El 10 de marzo entró en vigor la Ley de la Industria Eléctrica, mejor conocida como Reforma eléctrica, presentada por el presidente de México y aprobada por el Congreso de la Unión. Esta reforma pretende fortalecer a la Comisión Federal de Electricidad, entre otras propuestas que han sido el origen de una creciente polémica.
Hace apenas unos días, un juez del Consejo de la Judicatura Federal catalogó de inconstitucional la reforma eléctrica y ordenó una suspensión provisional, debido a que pone en riesgo las inversiones de empresas en México, además del costo ambiental que significa limitar el uso de energías renovables.
Se trata del segundo juez que, con semanas de diferencia, ha dado su fallo sobre la también llamada “contrarreforma energética”, luego de que las compañías Parque Solar Orejana y Eoliatec del Pacífico presentaron un amparo inmediatamente contra las reformas a la Ley eléctrica.
A la fecha, la Reforma eléctrica suma ya 11 fallos en contra, a lo cual el presidente de México ha respondido que, de ser necesario, se cambiará la constitución política.
Sin duda, la Reforma eléctrica es uno de los temas más relevantes en materia ambiental. Por eso, creamos esta lista para entender qué significa esta nueva reforma energética, cuáles son sus pros y cuáles son esos focos rojos que han detectado organizaciones ambientales.
1. La reforma eléctrica priorizará a la CFE
En esta nueva reforma, las centrales hidroeléctricas de CFE serían las primeras en despachar energía al sistema eléctrico, seguidas de su central nuclear, plantas geotérmicas, de ciclos combinados y termoeléctricas.
En segundo lugar de prioridad, podría utilizarse la energía que produzcan las plantas de ciclo combinado de Productores Independientes de Energía. Y en tercer lugar entrarían las centrales eólicas y solares de la iniciativa privada, y al final los ciclos combinados privados.
2. ¿Adiós al autoabasto eléctrico?
Uno de los puntos más polémicos de esta reforma, sin duda. Desde comienzos de los años 90, el gobierno permitió que compañías particulares (cementeras, acereras, firmas automotrices, etc.) produjeran su propia energía eléctrica.
Esta modalidad permitió que, en años recientes, varias compañías pudieran establecer metas de ahorro de energía y reducción de emisiones incluso superiores a las que se establecen en acuerdos internacionales, lo cual es un beneficio absoluto para el medio ambiente.
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Ahora, la Reforma eléctrica propuesta por el presidente Andrés Manuel López Obrador busca anular el autoabasto eléctrico, debido a que, según sus argumentos, se ha propiciado un mercado negro en el que las empresas pueden re vender energía a costos muy por debajo del mercado eléctrico mayorista. Y esto, desde luego, representaría una competencia desleal.
3. Mayor control en la entrega de permisos y concesiones
Los permisos que se entreguen a empresas particulares para generar energía deberán estar alineados con el Programa Nacional del Sistema Eléctrico Nacional (Prodesen), que elabora la Secretaría de Energía cada año y con una proyección a 15 años.
Según el presidente de México, la actual Reforma energética no lleva un buen control en la entrega de permisos y esto constituye un grave riesgo para el funcionamiento de la red nacional de transmisión y redes de distribución.
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4. Revisión de contratos con privados
En un ejercicio de transparencia, se revisarán los contratos que hoy se tienen firmados con los Productores Independientes de Energía (PIE) para verificar su legalidad y rentabilidad para el gobierno.
El argumento para este punto es que hoy dichos contratos tienen tarifas crecientes, mientras los precios de electricidad bajo otros modelos son considerablemente inferiores y fijos. Una contradicción que, de comprobarse que es cierta, estaría afectando a la CFE.
5. Cambios en los costos, según la Reforma eléctrica
Una de las críticas del actual gobierno federal es que, en la reforma energética de 2013, no se reflejan los costos totales de generación de electricidad. Por ejemplo, los llamados servicios conexos que garantizan la confiabilidad y seguridad del sistema eléctrico.
De esta forma, se busca mayor transparencia en el llamado Mercado Eléctrico Mayorista. Y la transparencia siempre es buena.
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6. La CFE podrá emitir certificados de energía limpia
Como sabes, los certificados de energía limpia acreditan a una empresa para producir energía con fuentes limpias. Estos certificados o bonos se pueden comprar en el mercado eléctrico mayorista o en subastas eléctricas.
Con la nueva propuesta de reforma eléctrica, la CFE en México podrá emitir estos certificados, sin importar la fecha de inicio de operaciones. Anteriormente, la CFE ya podía hacerlo, con la condición de que la energía debía provenir de plantas y centrales nucleares que hubieran iniciado su producción después del 11 de agosto de 2014.
Otro tema que ha brincado en la discusión pública es que, de permitirse esto, el mercado de certificados de energía limpia se verá saturado por tanta oferta, lo que devaluaría los bonos y pondría el riesgo de algunos proyectos energéticos que ya operan en México.
7. Adiós a las compras obligadas en subastas
Una práctica algo injusta que se estableció en la reforma energética de 2013 es que, en caso de que la CFE necesitara más energía para abastecer los servicios básicos, sólo podía contratarla en las subastas organizadas por el Cenace. Claro que, en estas subastas, los precios suelen ser más caros.
Estas compras se establecían con contratos a 20 años y con precios que no contemplan los cambios en el mercado. Algo que, de aplicarse la nueva reforma eléctrica, podría desaparecer.
Nuestras conclusiones
La nueva reforma Reforma eléctrica tiene puntos positivos para eliminar algunas barreras para la CFE, precios poco transparentes y una falta de control en las asignaciones de contratos que, hoy, son una desventaja competitiva.
Sin embargo, tal como lo han dichos los dos jueces que han fallado en contra de la reforma, esta iniciativa pone en desventaja a aquellas empresas que hoy tienen metas de sostenibilidad y de reducción de emisiones basadas, en buena medida, al autoabasto energético.
De prohibirse, es posible que los efectos ambientales no se hagan esperar y que demos un paso atrás en los logros que ya hemos venido construyendo en los últimos años.
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