Los residuos de las misiones fuera de la Tierra han dejado gran cantidad de basura espacial. Más de 40,000 escombros flotan alrededor de nuestro planeta.
El espacio también está repleto de desperdicios. De hecho, los residuos de las misiones fuera de la Tierra han dejado una ingente cantidad de basura espacial que ya es una amenaza grave por la colisión con satélites operativos.
Así, que la Agencia Espacial Europea (ESA) ha querido ponerse manos a la obra para solucionar este grave problema. Para ello ha firmado un contrato con una empresa suiza que realizará la primera misión de recogida de residuo interestelar. Es la primera iniciativa de este tipo que abre un nuevo mercado para la limpieza y sustentabilidad de la órbita terrestre.
¿En qué consiste la operación limpieza?
El acuerdo con ClearSpace tendrá como primer objetivo retirar un trozo del viejo cohete europeo Vega y será en 2025. Este objeto, llamado Vespa, pesa 112 kg y fue abandonado en 2013 en una órbita baja, a 800 km de la Tierra. El costo de esta operación será de 100 millones de euros, 86 de ellos aportados por ESA. Será la primera experiencia de retirada de basura espacial en el mundo.
La start-up construirá un satélite de 500 kg, que evaluará en una primera fase la velocidad de Vespa. Después envolverá el escombro, rodeándolo con cuatro “tentáculos” para desorbitarlo. Vespa se desintegrará finalmente en la atmósfera, así como el satélite limpiador.
“Esperamos demostrar que es posible técnicamente y permitir así el desarrollo de este mercado”, dijo Eric Morel de Westgayer, a cargo de industria y compras de la ESA. Su objetivo también es “dar ejemplo” en materia de descontaminación de basura espacial.
Más de 40,000 objetos flotan en el espacio
Para que se hagan una idea, los humanos llevan poco más de 60 años de actividad espacial, desde 1957. En este tiempo ha habido 5,500 lanzamientos que han dejado alrededor de 42,000 objetos de más de 10 cm gravitando alrededor de la Tierra. Esta cantidad de material flotante está compuesto de antiguos cohetes, pedazos de satélites que deambulan en órbita tras su explosión o por satélites obsoletos.
El problema es que gravitan a 28,000 km/h y esta velocidad aumenta el riesgo de colisión con satélites operativos como los de meteorología o GPS. Además, generaría nuevos escombros espaciales producto de la explosión. De hecho, esta situación podría desencadenar un efecto dominó que “seríamos incapaces de frenar”, asegura Luisa Innocenti, jefa de la oficina ClearSpace en la ESA.
ClearSpace, empresa fundada por investigadores de la Escuela Politécnica Federal de Lausana, recibió aportaciones de unas 20 compañías de ocho países que pertenecen a la ESA (Suiza, República checa, Alemania, Reino Unido, Polonia, Suecia, Portugal y Rumania).
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