La experta en nutrición Renata Herrera nos ayuda a distinguir si estamos comiendo por hambre física o bien por un tema emocional.
Todos hemos comido por emociones, y todos vamos a volver a hacerlo porque la comida es el mejor sustituto emocional que hay.
Desde que somos bebés nos empezamos a programar; el malestar se nos quita con comida.
Cada vez que llorábamos alguien corría a atendernos y a alimentarnos, así crecimos relacionando la comida con amor, con cuidado y como la mejor forma de alejarnos de lo que nos causa malestar.
Para nuestro cuerpo el malestar es dolor, y el dolor emocional se puede sentir tan fuerte como el dolor físico.
Ya sea dolor físico o emocional, nuestro cuerpo siempre va a buscar aliviarlo.
Cuando comemos, nuestro cerebro fabrica opioides (sustancias como la morfina o codeína), estos son analgésicos naturales que nos hacen sentir mejor, por eso comer nos causa satisfacción.
Cuando estamos viviendo momentos que no nos son gratos ¡es super normal que nuestro cerebro nos pida comida!, es una forma de automedicarnos.
Todos hemos visto películas en las que la protagonista se come un litro de helado o un pastel completo cuando le rompen el corazón, bueno pues eso es real. Especialmente ese tipo de comida nos ayuda a sentirnos mejor; lo malo son los efectos secundarios que tiene ese comportamiento.
Cuando comemos por emociones, además de que subimos de peso, ponemos en riesgo nuestra salud.
Hambre emocional o hambre física.
Es importante poder diferenciar el hambre emocional del hambre física: comer por emociones nos lleva casi siempre al atracón.
Te puede interesar escuchar el episodio del podcast De la Dieta al atracón, como compulsivamente.
¿Qué puedo hacer?
Una vez que te das cuenta de que tu hambre es emocional, date unos minutos para analizar ¿qué fue lo que la disparó?
¿Estas triste, enojado, estresada, cansado?
¿Tal vez algo pasó ayer y eso fue el disparador?, o ¿estás preocupada por algo que puede pasar mañana?
Y analiza ¿qué sientes?
¿Miedo?, ¿cómo ves si antes de ir a la cocina llamas a un amigo o persona de confianza y platicas de ese miedo?
¿Aburrimiento?, antes de ir a la alacena sal a dar un paseo al aire libre.
¿Cansancio?, descansa un rato antes de servirte ese plato.
¿Estrés?, haz algo de ejercicio y después te comes esa galleta si es que sigues con el antojo.
No te niegues nada, si tratas de no comerte tus emociones usando la fuerza de voluntad el resultado va a ser peor y puedes llegar hasta al atracón.
Permítete sentir la emoción y balancéala con otra actividad como darte un baño o tomarte un té.
Si a pesar de eso sigues con antojo, ¡cómetelo!, pero siempre sentado a la mesa, con un plato y disfrutando con tus 5 sentidos; es decir con conciencia plena.
Aprende aquí a comer con conciencia plena.