Prevención del suicidio: ¿cómo ayudar (o ayudarnos) en momentos difíciles?

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Prevención del suicidio: ¿cómo ayudar (o ayudarnos) en momentos difíciles?

Una estrategia de prevención del suicidio comienza derribando los mitos que hay en torno a este enorme problema de salud.

Una de las principales causas de suicidio a nivel mundial es la depresión. Como seguro ya sabes, durante la pandemia incrementó el porcentaje de personas que viven con depresión y, en consecuencia, también el número de personas que se quitan la vida.

La misma Organización Mundial de la Salud considera el suicidio como un problema de salud pública. A pesar de ser tan relevante, está rodeado de mitos y estigmas que no siempre permiten su prevención.

Hace unos meses, en México la Secretaría de Salud puso en marcha el Programa Nacional para la Prevención del Suicidio, con el propósito de mitigar ese fenómeno social que el año pasado registró 3 mil 332 casos en el país. Además de que justamente coincide con el Día Mundial de la Prevención del Suicidio: 10 de septiembre.

El programa se basa en 4 ejes principales: vigilancia, intervención, capacitación e investigación. Asimismo, involucra la perspectiva de género, el ciclo de la vida, la interculturalidad y los derechos humanos.

Nos encanta que existan este tipo de acciones que, sin duda, ayudan a tener más espacios de atención oportuna para personas en riesgo de cometer suicidio. Pero también debemos aprender a brindar apoyo desde nuestros círculos cercanos.

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Foto: Unsplash

Derribando los mitos sobre el suicidio

La prevención del suicidio no se ha abordado apropiadamente debido al tabú existente en muchas sociedades para examinarlo abiertamente.

Antes de hablar de prevención del suicidio, es necesario informarse sobre qué es el suicidio y eliminar las falsas ideas sobre este problema de salud.

Estos son algunos de los mitos más comunes sobre el suicidio:

1. El suicidio es para los débiles.

Cometer suicidio no significa que una persona fue débil o, como generalmente se dice, que eligió “la salida fácil”.

Tomar una decisión tan fuerte como quitarse la vida es todo menos debilidad, ni sencillez. Todo lo contrario: habla de una persona que ha luchado muy fuerte hasta el final con sus emociones y sus pensamientos.

Debemos ser más empáticos con las personas que se encuentran al borde del suicidio o con quienes lo han hecho o intentado. Sólo estando en sus zapatos podrías saber qué los ha llevado a tomar esa decisión.

2. El suicidio es más común entre mujeres porque son más débiles.

No hay siquiera una forma de sostener esta afirmación. Por ejemplo, 79% de los suicidios se dan entre hombres. Ojo: esto no significa que los hombres sean más débiles que las mujeres. Volvamos al punto anterior: el suicidio no es una muestra de debilidad.

3. Si habla de suicidarse, sólo quiere llamar la atención.

Falso. Las personas que hablan sobre cometer suicidio muy probablemente lo harán. No están llamando tu atención: en todo caso, son alertas que lanzan, de forma velada, pidiendo ayuda.

De hecho, 95% de los supervivientes de suicidio han dicho que, en realidad, no querían dejar de vivir. Lo hicieron por un impulso o por la desesperación de que nadie les ayudaba.

4. Si se quiere suicidar, hay que dejarlo: es su voluntad.

Curiosamente, esta es una falsa percepción de las personas con tendencias al suicidio. Una persona que ha intentado quitarse la vida en realidad no está decidida a morir, sino todo lo contrario: quiere vivir, pero sus emociones y sus pensamientos son más poderosos que su voluntad.

De ahí la importancia de una estrategia adecuada para la prevención del suicidio, ya que salvaría muchas personas que, en realidad, quieren disfrutar de la vida.

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Foto: Unsplash

¿Cómo apoyar a alguien para prevenir el suicidio?

Ya sea que tengamos un familiar o un amigo en riesgo de cometer suicidio, hay varias recomendaciones para convertirnos en puntos de apoyo.

Aquí te dejamos algunas recomendaciones planteadas por especialistas en la prevención del suicidio:

1. Pregunta. ¿Qué puedo hacer por ti?

2. Escucha. Evita dar consejos, habla poco.

3. Acompaña. Apoya con tu presencia activa.

4. Expresa. Permite que las emociones afloren.

5. Respeta. Acoge con naturalidad lo que se te confía.

6. Invita. Da seguridad de que estarás ahí otra vez.

Recuerda que una persona con depresión es más propensa a cometer suicidio. Muchas veces, en nuestra cultura asociamos la depresión con tristeza, pero no es así. La depresión puede ocultarse tras sentido del humor, un ritmo de vida demasiado acelerado o trabajar en exceso.

Sin embargo, cuando una persona comete suicidio, generalmente da señales (verbales o conductuales) de necesitar ayuda.

Por ejemplo, se pueden presentar síntomas físicos como menor energía, falta de concentración, alteraciones de sueño y del apetito que se puede ver reflejado en la variación del peso corporal durante algunas semanas.

Es importante que, si conoces a una persona en esta situación, pongas en práctica la escucha activa y que no caigas en consejos superficiales como: tú puedes, échale ganas, vas a salir de ésta.

Ok, no tienes por qué ser el mejor dando consejos. Y si este es el caso, lo mejor que puedes hacer es ofrecerle a esa persona algún teléfono, dirección web o las redes sociales de algún grupo de apoyo especializado en la prevención del suicidio. Una simple búsqueda en Google te dirá por dónde empezar.

¿Y qué pasa si soy yo quien quiere suicidarse?

Si has estado pensando en el suicido, es importante que pidas ayuda de inmediato. Debes saber que no eres tú quien realmente está pensando esta decisión, sino tus emociones y tu juicio nublado.

Puede parecer que tus problemas o tus emociones ya no tienen salida. Y, aunque suene muy trillado, esto no es así: siempre hay una alternativa.

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Lo más difícil siempre es hablarlo. Intenta con “La estoy pasando muy mal y necesito ayuda”, simplemente reconociendo que has estado pensando en ya no vivir.

Tristemente, acudir con nuestros familiares no siempre es la mejor opción, pues por desconocimiento del tema terminan haciendo caso omiso. Te recomendamos acercarte mejor con un amigo o a una línea de apoyo especializada.

En México, por ejemplo, existe la Línea de la Vida, pero hay muchas otras líneas muy buenas que te atenderán en cualquier momento.

Siempre hay una solución a tus problemas, aunque parezca que has intentado todo sin ningún resultado. Recuerda la máxima budista: “también esto pasará“.

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