Las Diablillas iniciaron jugando sóftbol de forma amateur. Ahora buscan el reconocimiento necesario para que más mujeres triunfen en este deporte.
Descalzas y ataviadas con huipiles, los vestidos tradicionales indígenas, Las Diablillas y otros equipos de mujeres indígenas de una comunidad en Yucatán están triunfando en el sóftbol, pero sobre todo, están cambiando la mentalidad machista sobre los deportes.
El equipo de Las Diablillas fue pionero en romper esquemas en el sóftbol (una variante del béisbol): conectan batazos, atrapan bolas bajas y recorren las bases bajo el calor abrasador de un pueblo de la selva de la Península de Yucatán.
Hace cuatro años, las mujeres de esta pequeña comunidad de Hondzonot empezaron a jugar sóftbol o béisbol modificado durante las tardes.
La idea era hacer ejercicio después de acabar con las labores del hogar, pero esa iniciativa comenzó a crecer. Las Diablillas no tenían guantes y solo un bate casero tallado en madera. Jugaban con una pelota de tenis.
Pronto, las Diablillas tuvieron compañía: las Amazonas Yaxunah, que también juegan sóftbol descalzas usando su vestimenta tradicional para trastocar la cultura deportiva de Yucatán. Y ahora se suma un tercer equipo: Las Felinas.
Hace poco, Las Diablillas avasalló con un marcador 22-2 a sus oponentes, Las Felinas, en otro triunfo de la temporada que ha convertido a Las Diablillas en una sensación nacional. No solo por su estilo de juego sino por su origen.
El legado de Las Diablillas en el sóftbol
El éxito de estos tres equipos ha cambiado la percepción entre los hombres del pueblo. Las jugadoras de sóftbol dicen que antes solían pedir permiso por cosas tan simples como salir de casa y que ahora se sienten más libres y empoderadas.
“Aquí una mujer es de casa, no es de salir a jugar un deporte”, dijo Fabiola May Chulim, capitana y mánager de Las Diablillas en una entrevista con The New York Times.
Y agregó: “Cuando una mujer se casa, sirve para hacer los quehaceres de la casa, atender al marido y a los hijos. Hace años, nosotros decidimos que esto no nos impide hacer el deporte que queremos”.
Pese a que ahora tienen acceso a uniformes profesionales, a las mujeres de la comunidad yucateca les gusta jugar como antes: descalzas y en huipiles, que es la prenda que ellas mismas confeccionan y que suelen usar en la comunidad.
Ahora, a unos cuantos años de haber aprendido las reglas del deporte, Las Diablillas han jugado sóftbol en estadios ante miles de aficionados. Inclusos sus rostros adornan un mural en Playa del Carmen.
El ejemplo de Las Diablillas y de los otros dos equipos ha dado esperanza a las mujeres en la península de Yucatán—y en el resto del país— de que haya más recursos para este deporte. Y así, pronto convertirse en jugadoras profesionales.
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