La industria naval podría alcanzar la meta de cero emisiones para 2035, siempre y cuando siga al pie de la letra una serie de recomendaciones.
Cada vez que ordenas unos zapatos, una nueva computadora o cualquier otra cosa en línea, es probable que tu pedido viaje o haya viajado en barco. Esto ha hecho de la industria naval una de las más importantes hoy en día, pero también una de las más contaminantes.
La industria naval es fundamental para el comercio de todo tipo, ya sea para transportar un automóvil o simplemente para importar y exportar alimentos alrededor del mundo.
Pero hoy, la industria naval es responsable de al menos 3% de las emisiones de gases de efecto invernadero, que se traduce en toneladas inmensas de CO2 arrojadas a la atmósfera todos los días.
Si el transporte marítimo fuera un país, sería la sexta nación más contaminante del mundo. Y lo más preocupante es que la Organización Marítima Internacional no planea reducir las emisiones a la mitad hasta 2050.
Pero un nuevo proyecto, impulsado por la empresa Ocean Conservancy y la organización sin fines de lucro Pacific Environment quieren lograr que la industria naval neutralice su huella de carbono antes de que sea demasiado tarde.
Conoce el plan para reducir la huella de carbono en la industria naval
Hace unos días, Ocean Conservancy y Pacific Environment publicaron un informe en el que aseguran que la industria puede lograr cero emisiones para 2035 (es decir, 15 años antes de lo estimado originalmente).
¿Cómo? Creando políticas públicas que obliguen a que cada barco que visite un puerto de Estados Unidos cuente con medidas de reducción de carbono. Y esto, además, deberá ampliarse a toda la cadena de transporte que incluye camiones, trenes y grúas.
Para que estos barcos cumplan con la reducción de carbono, deben migrar a un mix de tecnologías verdes, como utilizar hidrógeno verde como combustible, que se fabrica a partir de la división del agua con electricidad renovable.
Algunos barcos pequeños están comenzando a probar el amoníaco verde, hecho de aire, agua y energía renovable, que es más fácil de fabricar y almacenar que el hidrógeno.
También, se sugiere el uso de baterías eléctricas en la industria naval, que si bien no pueden almacenar suficiente energía para barcos enormes, pueden proporcionar energía auxiliar.
Incluso en algunas rutas con viento, los barcos más pequeños están regresando a velas para reducir el uso de combustible por parte de la industria naval.
¿Qué tan factible será este plan?
Aunque el plan suena muy ambicioso, la realidad es que los nuevos combustibles presentan desafíos: no pueden generar tanta energía como los combustibles fósiles de los que dependen los barcos ahora.
Hay que tomar en cuenta, también, que los nuevos combustibles son más caros, no sólo en precio de compra sino desde el precio de producción.
No obstante, regresar a las velas tradicionales puede ayudar un poco por ahora. Alrededor de una docena de embarcaciones transoceánicas ya cuentan actualmente con tecnología de “viento asistido”, y se espera que ese número se duplique este 2021.
Incluso hay compañías que están fabricando pequeños sistemas de generación de energía eólica para la industria naval, con lo que se podría potenciar la velocidad de los barcos y reducir el uso de combustible.
Por otro lado, las empresas como Amazon, que dependen del buen funcionamiento de la industria naval, tendrían que flexibilizar sus expectativas de tiempos de entrega.
Y es que, entre más fomentemos la urgencia de tener entregas en 24 horas o menos, más estamos fomentando que la industria naval opere con más combustible y otros recursos contaminantes.
Si se siguiera este plan al pie de la letra, la industria naval podría reducir su huella de carbono en 50% para 2025, un 80% para 2030 y lograr la meta de cero emisiones para 2035.
Los cambios no solo proporcionarían un beneficio climático, sino un cambio radical en la sociedad que hoy padece los estragos de un ritmo de vida insostenible.
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