El pangolín es un animal en peligro de extinción. Además, tiene la mala fortuna de ser el animal más comercializado dentro del tráfico ilegal de especies.
El pangolín es un animal en peligro de extinción. Además, tiene la mala fortuna de ser el animal más comercializado dentro del tráfico ilegal de especies. Su caza furtiva ha sido tan intensa que en cuestión de años, la reducción de las cuatro especies de pangolín que se encuentran en Asia se ha desplomado y los cazadores furtivos se han desplazado a África para seguir atrapando las cuatro especies que se encuentran en el continente africano.
De hecho, según la African Wildlife Foundation se estima que alrededor de 2,7 millones de pangolines son traficados desde las selvas tropicales de África cada año. Esto se debe a que en países como China o Vietnam, se cree de manera herrónea que las escamas del pangolín poseen propiedades curativas mágicas.
Y aunque desde 2016 la caza y comercio de este mamífero es ilegal, se necesita redoblar los esfuerzos para detener la extinción de este bello animal.
Medidas de protección del pangolín
Por eso, organizaciones como la African Pangolin Working Group (APWG) son tan necesarias. Esta organización trabaja junto con los cuerpos policiales sudafricanos encargados de rescatar a los pangolines de los cazadores furtivos. Y aunque el número recuperado no es tan llamativo (entre 20 y 40 pangolines al año), estos pequeños mamíferos reciben el mejor tratamiento para volver a ponerlos en libertad.
Debido a que los esfuerzos no están teniendo los mejores resultados, la APWG ha desarrollado un programa de inserción de pangolines a un área protegida. De los siete animales que participaron en este proyecto piloto, cinco se adaptaron correctamente a su nuevo hogar.
De manera paralela, en Gabón se lleva a cabo un proyecto de rastreo minucioso. Se trata de encontrar el mayor número posible de pangolines para colocarles un transmisor en su cola y tomar muestras, que junto con las más de 40 cámaras colocadas por el Parque Nacional de Gabón servirán de cuidado y monitoreo frente a posibles cazadores.
Además, los datos obtenidos servirán también a la hora de la detección de escamas ilegales. Ya que estas fungen como nuestras huellas dactilares. De esta manera, si se confiscan las escamas se podrá saber dónde vivía el pangolín y así detener el tráfico de este mamífero.
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