José José inscribió su nombre en la historia de la música latinoamericana y también en la cultura mexicana; lo recordamos en su primer aniversario luctuoso.
Si hay una palabra que lo describa, además de talento, es resiliencia. El famoso “Príncipe de la canción” superó adversidades inimaginables para muchos. Vivió desde el pico más alto de la fama hasta el abismo más oscuro de la adicción y la depresión. Tuvo millones y estuvo en bancarrota. Llenó de su voz importantes recintos internacionales como el Madison Square Garden y el Radio City Music Hall y, al final, se quedó sin ella. Pero tras superar el alcoholismo se dedicó a recuperarse, lo más posible, en cuerpo, emociones y mente. Hoy, en el primer aniversario luctuoso de José José, destacamos no solo su importancia en la música de Latinoamérica, sino también en la cultura mexicana. Ya que, junto a su colega, el también fallecido Juan Gabriel, conforma el cancionero básico con el que los mexicanos nos hemos relacionado con las complejidades del amor y del desamor.
Barítono, hijo de un cantante de ópera caído en la desgracia del alcoholismo, José Rómulo Sosa Ortiz llevó la balada en español a sitios tan distantes como Japón, Rusia e Israel. Esto en los años 80, sin la inmediatez de internet de por medio. Hizo una mancuerna larga y fructífera con el compositor español Rafael Pérez Botija, quien sintió que nunca tuvo voz para cantar sus canciones, pero que las escuchó con satisfacción en la voz del Príncipe.
Con él compartió el éxito de “Gavilán o paloma”, “Preso”, “Payaso” o “Volcán. También cantó canciones de Camilo Sesto como “Si me dejas ahora”. Y la inolvidable “El triste”, de Roberto Cantoral, con la que ganó el segundo lugar del II Festival de la Canción Latina. Siempre se ha dicho que, de aquel concurso, él fue el verdadero ganador.
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José José y su primer aniversario luctuoso
En 1985, José José cantaba “Seré”, también compuesta por Pérez Botija. En la canción se le escuchaba decir “un día llegará que ya / de tanto ir y venir rodando / el cuerpo me dirá que no / que pare, que ya está cansado”. Ese día llegó en 2019, cuando tras complicaciones derivadas de un cáncer de páncreas, el Príncipe ya no pudo más.
Lamentablemente su muerte no quedó exenta de polémica. Sus cenizas fueron divididas entre Miami, ciudad donde vivió varios años, y su país natal. Esto tras un traslado de escándalo en el que el país entero reclamó que los restos del cantante estuvieran en el lugar al que le dio tanto.
Hoy es una pena que no se pueda realizar una celebración digna de su legado y que la única noticia alrededor suyo corresponda a su controvertida hija menor. Pero “ya lo pasado pasado”. Y dejándonos de esa actualidad tan penosa, recordémoslo escuchando sus éxitos, comiendo tacos y tortas en su honor —platillos típicos de las calles mexicanas que eran su gran debilidad— y manteniendo el espíritu en alto, tal como él nos enseñó, sin importar la magnitud de la adversidad.
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