Casa María, a hora y media de la Ciudad de México, es ideal para salir de la rutina y el estrés en un ambiente campirano, tranquilo, aislado y lleno de paz.
Tres hectáreas de campo, en el Antiguo Camino a Canalajes, en Jilotepec, Estado de México, arropan la intimidad de Casa María. Se trata del destino perfecto para quienes buscan darse un respiro (nunca mejor usado el término, dado el mundo en el que vivimos) de la rutina y la realidad.
Si lo tuyo son los grandes destinos hoteleros —pulserita en mano— para reunir a miles de familias al mismo tiempo, te recomendamos que detengas aquí tu lectura. Este sitio es exactamente lo contrario: un oasis donde bien vale la pena hacer una breve pausa para cargar energía.
Casa María ha ido creciendo paulatinamente, sin prisas, y cocinando sus amenities, instalaciones y actividades a fuego lento. La única misión es que quienes la visitan queden con ganas de volver. Hoy, este hotel pet-friendly cuenta con cinco habitaciones exclusivas —garantizamos que estarás libre de conglomeraciones—, exquisitamente decoradas e independientes una de la otra, con señal de WiFi cada una. Aunque ojo, se presta para un detox de tecnología.
Reconexión espiritual en Casa María
Sus espacios abiertos son ideales para mantener la sana distancia –necesaria para nuestros tiempos—, y permiten pasar una tarde libre de toda preocupación, ya sea contemplando el atardecer (las distintas tonalidades del cielo te harán creer que ahí se inventaron los filtros de Instagram); o acudiendo a alguna de las actividades wellness que ofrece: clases de yoga, meditación, un menú de masajes (el drenaje linfático es una belleza), y temazcal.
Si no, basta con sentarse a la sombra de un árbol, tomar un vasito de mezcal o vino de la casa y leer un libro; o bien, realizar una caminata por los alrededores, llenos de vida animal y vegetal.
El menú de Casa María tiene platillos tan icónicos como el pastel de papas, la crema de zanahorias rostizadas, o nieve aromatizada con lavanda. Pero en general, te recomendamos que te dejes sorprender por las ocurrencias del chef, que siempre crea los platillos con base en los alimentos frescos de cosecha local.
Eso sí: a la hora del desayuno experimentarás la dicha misma con el olor de las tortillas hechas a mano que se van dorando en el comal, junto con café recién preparado y una cazuelita de huevos al gusto. Todo cortesía de las gallinas que viven en la parte trasera de Casa María (no hay qué insistirle mucho al dueño para que, orgullosísimo te lleve a ver a sus animalitos, podrás conocer a Benito y Verónica, una pareja de burritos que te convertirán en su persona favorita si les das una manzana o una zanahoria).
Algunas recomendaciones antes de tu viaje
Te recomendamos que te lleves ropa abrigadora, porque en las noches la temperatura baja. Aún así, no podrás resistirte a colocarte alrededor de la fogata y ver el carnaval de estrellas que el cielo ofrece. Procura también llevar filtro solar, y deja la prisa, el estrés y las preocupaciones para otro momento porque hoy, hoy es día de Casa María.
P.D. Para que no extrañes tu estancia mientras vuelves; puedes llevarte alguna de las velas, agua, o crema hidratante de lavanda (todas fabricadas por artesanos locales), que de vuelta a la gran ciudad te recordarán a qué huele la embajada de la felicidad.