Hemos aprendido que la ansiedad es una emoción negativa, pero no es así. Para calmar la ansiedad, hay que saber canalizarla, no reprimirla.
A nadie le gusta sentirse ansioso. La ansiedad es una de las emociones humanas más penetrantes y vilipendiadas. Y como no es saludable, todos buscamos cómo calmar la ansiedad de la forma más efectiva posible.
Hoy, ya hay todo un sistema para ayudarnos en nuestros esfuerzos: desde libros de autoayuda y remedios holísticos, pasando por productos farmacéuticos y terapias de vanguardia.
Sin embargo, el hecho es que seguimos siendo una sociedad profundamente ansiosa, con tasas de trastornos de ansiedad altísimas. Se estima que un tercio de nosotros sufrirá trastornos de ansiedad debilitantes en el transcurso de nuestras vidas. ¿Cómo tratar la ansiedad, entonces?
Lo que pocos nos dicen es que la ansiedad no es el problema. Según Tracy A. Dennis, especialista y columnista de Psychology Today, el problema radica en que la ansiedad se ha enseñado como la consecuencia de nuestro pasado, siempre desde un punto de vista negativo.
Pero de acuerdo con esta especialista, la ansiedad es una característica del ser humano, no un error de nuestras emociones. La ansiedad no va a ninguna parte, porque no es una enfermedad que haya que erradicar o vencer. Más bien, es una emoción poderosa que evolucionó para que pudiéramos aprender a darle un buen uso.
¿Cómo calmar la ansiedad aceptándola?
No hay duda de que la ansiedad afecta nuestras vidas, por lo que es obvio que hay que atenderla. Pero lo que hemos visto hasta ahora es que, para tratar la ansiedad, debemos verla como una enfermedad que hay que prevenir, suprimir y curar, como lo haríamos con el cáncer o cualquier otra.
Pero este modelo de enfermedad de la ansiedad puede que no sea del todo adecuado, pues se basa en ideas antiguas e inexactas sobre qué es la ansiedad y por qué evolucionó de la forma en que lo hizo.
La ansiedad es una emoción evolutiva que solía ser protectora para los humanos. Fue principalmente útil para sobrevivir a ataques de animales como los tigres dientes de sable o a desastres naturales. Esto nos permite tres reacciones esenciales: luchar, huir, sobrevivir.
Pero décadas de investigación biológica y psicológica muestran que experimentar ansiedad moderada, incluso a diario, no nos daña, al igual que no nos daña una cantidad moderada de estrés.
La ansiedad va mucho más allá de las reacciones protectoras. Al ser incómoda y energizante, la ansiedad nos hace sentarnos y prestar atención. Nos indica lo que nos importa y nos prepara para hacer cosas productivas para manejar la incertidumbre, evitar resultados negativos y optimizar los resultados positivos.
Las investigaciones muestran que la ansiedad nos prepara para buscar apoyo social (por ejemplo, al activar la oxitocina, la hormona del vínculo social). También nos motiva a perseguir objetivos gratificantes (al activar la liberación de la hormona dopamina que nos hace sentir bien) y potencia la calidad del pensamiento creativo haciéndonos más persistentes e innovadores.
Por lo tanto, tratar la ansiedad como una enfermedad nos lleva a hacer todas las cosas incorrectas cuando se trata de controlar la ansiedad, en lugar de aprovecharla para nuestro beneficio.
¿Es buena la ansiedad, entonces?
La ansiedad y los trastornos de ansiedad no son lo mismo. La ansiedad es una emoción normal y saludable que las personas experimentan comúnmente. Se siente a lo largo de un espectro, desde una inquietud leve y apenas perceptible hasta un pánico intenso y abrumador.
Un trastorno se diagnostica cuando nuestras formas de lidiar con la ansiedad, ya sea con preocupaciones, evasión, pánico, retraimiento u obsesión, son desproporcionadas e interrumpen nuestra capacidad de funcionar en nuestra vida profesional y personal.
Cuando decimos que estamos en medio de una crisis de ansiedad de salud pública, no lo hacemos del todo bien porque el problema no es la ansiedad, el problema es cómo nos enfrentamos a ella.
Estas formas problemáticas de lidiar con la ansiedad generalmente involucran la evitación, como nunca salir de la casa, renunciar a un trabajo porque tememos una evaluación negativa o automedicarse con drogas o alcohol para aliviar nuestro dolor emocional.
También implican la creencia de que no podemos hacer frente a la ansiedad, que cualquier sentimiento de ansiedad es un ataque de pánico. Numerosas investigaciones muestran que, cuando sentimos curiosidad por nuestras emociones negativas y aprendemos a nombrarlas y darles sentido, se vuelven más manejables.
¿Cuáles son las ventajas de sentir ansiedad?
La ansiedad es la aprehensión que sentimos por el futuro incierto, donde algo malo podría estar a la vuelta de la esquina. Pero también es posible obtener buenos resultados, como esperar a que lleguen los análisis de las pruebas del médico, o ponerse nervioso por una gran entrevista de trabajo. Entonces, la ansiedad nos alerta sobre un peligro potencial, pero también nos da motivos para la esperanza.
Dicho de otra forma, la ansiedad es una herramienta crucial para imaginar el futuro que queremos y trabajar para hacer realidad nuestras metas positivas. De ahí la importancia de saber canalizar la ansiedad hacia un camino más positivo.
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