Amistad, empatía y amor por la vida son algunos de las lecciones más profundas de Trainspotting, más allá de su humor y la música que nos encanta.
Juventud, marginación y música fueron los pilares sobre los que el escritor Irvine Welsh construyó Trainspotting, una historia que nos voló a todos la cabeza cuando, en 1996, llegó al cine bajo la óptica del director Danny Boyle. Hoy, este clásico lleno de lecciones de vida cumple 25 años.
Trainspotting es una oda vigente a la ingenuidad juvenil, la búsqueda de identidad y el retrato de una generación noventera, con todo lo bueno y malo que eso conlleva.
La cinta de Danny Boyle (uno de los directores británicos más galardonados de los últimos años, con películas como Quisiera ser millonario y 127 horas) rompió esquemas en la industria cinematográfica, en una época en la que también florecieron cineastas como Quentin Tarantino.
Rodada en Irlanda, la historia muestra a un grupo de adolescentes que se mueven en el bajo mundo de los barrios más marginados, entre subidas y bajadas y un soundtrack que, en sí mismo, es una obra maestra del rock, con bandas como New Order, Blur y el artista Iggy Pop.
Trainspotting ha sido uno de los grandes éxitos del cine británico: su costo de producción fue de 2.3 millones de euros y recaudó unos 59 millones de euros. La película ganó el BAFTA a Mejor guión adaptado y estuvo nominada al premio Oscar en la misma categoría.
¿Por qué Trainspotting es una obra maestra y con grandes lecciones, a 25 años de su estreno?
Hay que reconocer algo: Trainspotting no es una película actual ni vigente. Su principal virtud es haber mostrado una generación en busca de identidad, tras varios años de la debacle británica de la era Tatcher. Pero es por eso mismo que, hoy, podemos verla como el retrato de una época.
En su momento, la película fue criticada por supuestamente romantizar el consumo de drogas. Si revisitamos la cinta, veremos que la intención del director es otra, completamente: es llevarnos de la mano en un viaje de subidas y bajadas en las que uno —igual que los protagonistas— se siente desubicado.
Tal vez no eres fan de Trainspotting, pero debes saber que esta película fue el inicio de toda una tendencia posterior. Sin Trainspotting, tal vez no hubiera habido espacio en las taquillas para películas como Réquiem por un sueño o Snatch: cerdos y diamantes.
Lecciones de Trainspotting (más allá de las drogas y el rock)
Una película no es solo una película. También puede ser una oportunidad de mirar y de aprender. Y estamos seguros de que tanto el autor de la novela como el director de la adaptación al cine quisieron mostrarnos algo más que a un grupo de yonkis pasándola bien.
Por eso, recopilamos algunas de las lecciones de Trainspotting que siempre vale la pena recordar.
1. La amistad
Trainspotting es una historia sobre la amistad de juventud. Aunque en la película no faltan las traiciones, creemos que la historia es muy clara al mostrar el bien y el mal, lo que sí y lo que no es correcto hacerle a un amigo. Quizás por esta lección Trainspotting siempre conecta muy bien con los jóvenes (y con los que ya no están tan jóvenes).
2. No es egoísmo, es salvación
El punto anterior nos lleva a esta lección: en ocasiones, hay que hacer sacrificios muy dolorosos para un nuevo comienzo. Desde la premisa está claro que en Trainspotting cada personaje hace lo que puede por sobrevivir y salir de su adicción a las drogas y de la pobreza.
Podemos sentir culpa por ser individualistas, por hacer lo que creemos que es lo correcto para nosotros mismos. Y está bien: se vale salir corriendo sin mirar atrás si esa es nuestra única salida. Y de eso, más o menos, va el final de la película.
3. Siempre hay una salida
Ok, quizás Trainspotting no es una película optimista pero, vista con detenimiento, podemos observar cómo todas las situaciones más crueles y difíciles tienen siempre una solución.
Las cosas no siempre se resuelven a nuestro capricho, pero aquí el mensaje importante es que, incluso dentro del retrete más asqueroso y turbio del mundo, encontraremos la claridad suficiente para solucionar nuestros problemas.
4. ¿Y si dejamos de juzgar y aprendemos a aceptar?
Trainspotting llevó a un nivel nunca antes visto una temática ya antes vista: la de mostrar lo más indeseable a ojos de la sociedad. Quizás ahí reside su mayor virtud.
La historia va pasando de un tema tabú a otro, todo para decirnos que la enajenación por la televisión o la obsesión por el dinero pueden ser tan dañinos como las drogas mismas. Todos pasamos por tormentos muy personales y difíciles de curar. Lo menos que podemos regalar es un poco de empatía.
5. Elige la vida
La primera secuencia de Trainspotting es, quizás, la más icónica. En ella, escuchamos uno de los monólogos más impactantes en voz de Ewan McGregor.
Aunque al principio es una crítica a “la vida” tradicional (casarse, tener hijos, trabajar, pagar deudas), es el final de la película lo que le cambia el sentido a esta crítica social del inicio.
Una de las lecciones de Trainspotting más poderosas es: no importa cuál sea tu vida ni cómo la vivas. Elige siempre vivirla y lucha por ella, porque es lo único realmente tuyo.
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