Entre un perdón honesto y una disculpa por querer ser cordial, hay mucha diferencia, por ello te contamos lo importante que es dejar de disculparte.
Desde niños nos enseñan a pedir disculpas, en casa nos hacen creer que eso hace la gente “educada”, mas nunca nos enseñan sobre las emociones que hay detrás de eso y por el verdadero valor de disculparse. Si eres de los que va por la vida disculpándose por todo quizá es momento de que dejes de hacerlo o que comiences a hacerlo con mayor conciencia.
“Perdón por el desorden”, “disculpa la facha”, “qué pena el ruido”, “discúlpame por llegar tarde”… son frases comunes que salen sin siquiera pensarlas. O, peor aún, sin sentirlas. Tal vez dejar de disculparte por todo te traería más paz mental.
Creemos que lo “correcto” es disculparse por algo que a otro le podría incomodar. Y la realidad es ¿por qué si a ti no te molestaría estar en fachas a la otra persona sí? Es más, ¿por qué deberías disculparte por eso si a ti no te causa ningún conflicto.
Y así con muchas otras cosas que, cuando haces conciencia te percatas de lo innecesarias que han sido muchas de las disculpas que has pedido porque, claro, muy seguramente la mayoría han sido por “daños” intencionales. Trata de hacer memoria… ¿qué ha sido por lo último que te disculpaste?
¿Cuál es el verdadero problema de disculparse?
Una disculpa debe ir acompañada de un error intencional, por lo tanto, trae consigo culpa. cuando no es así, solo permanece ese sentimiento de culpabilidad y poco a poco va permeando en la autoestima sin siquiera notarlo.
Siguiendo con el mismo ejemplo de andar en fachas, supongamos que te disculpas porque crees que la otra persona puede incomodarse, cuando esa persona llegó de sorpresa a tu casa. Antes de eso te sentías cómodo con tu pants y playera estampada.
Pero todo cambia, entonces te sientes incómodo, piensas que debiste estar más presentable y entonces mientras está presente esa persona estás considerando ir a tu recámara a cambiarte, ¿te suena? ¿Y si hicieras todo lo contrario? Dejar de disculparte por la incomodidad de otros.
Menos culpa más responsabilidad
Hay una manera de saber si la disculpa está intencionada o no: cambiándola por responsabilidad.
Otro ejemplo, estás en una videollamada y de pronto se va el internet y entonces tardas unos minutos en volver a entrar a la sesión. Lo primero que haces es disculparte. Pregúntate, ¿es tu responsabilidad que haya fallado la señal?, ¿es tu responsabilidad que el servicio de internet sea deficiente? No, la respuesta clara es no, entonces ¿por qué te disculpas?
Menos perdón y más gracias
La próxima vez quizá valdría la pena hacer un cambio de palabra y dar las gracias si alguien te estuvo esperando porque un problema con el metro te impidió llegar puntual. Sé agradecido si pacientemente respondió del otro lado de la llamada alguien que contestó a todas tus dudas, deja de disculparte solo por preguntar.
Y para finalizar, te compartimos estas ilustraciones de Yao Xiao, ilustradora que a través de sus caricaturas y cómics comparte su visón del mundo.
Estos pequeños ejercicios te harán sentir menos culpable, asumir mejor las responsabilidades y vivir siendo agradecido. Inténtalo y nos cuentas cómo te fue. Y pon en práctica dejar de disculparte por ¡absolutamente todo!
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