Buscar que sean otros quienes nos perdonen por nuestras acciones es irresponsable: el reto está en asumir nuestros errores y perdonarse uno mismo.
¿Cuántas veces hemos escuchado la frase “antes de perdonar a otros, debes perdonarte a ti mismo”? Seguramente muchas. Pero también es un hecho que nos ha resuelto poco o nada en la vida. La clave está en que no debemos perdonar a nadie: perdonarse a uno mismo es el único camino.
Muchas veces no nos damos cuenta de que, cuando pedimos perdón a otros, suele ser un acto irresponsable, ya que queremos descargar la responsabilidad de nuestros actos en las personas a las que ofendimos.
En un artículo para la revista Psychology Today, la psicoterapeuta Hannah Rose nos dice que, cuando estamos en una situación de conflicto, solemos buscar la solución fuera de nosotros. “Si tan solo yo pudiera perdonarla…” “Si tan sólo esa persona me perdonara a mí”. Pero ni una ni otra son realmente efectivas.
El auto-perdón nos ayuda a identificar si nosotros somos o no responsables de situaciones por las que generalmente nos auto-flagelarnos. Estos latigazos de consciencia se dan en dos vías. Cuando cometemos una falla, tendemos a culparnos. Cuando alguien comete una falla contra nosotros, tendemos a victimizarnos.
Practicar el autoperdón es ser comprensivos con nosotros mismos. No se trata de no juzgarnos, sino de poner en la justa medida nuestras acciones.
Paso 1: analízate desde la autocompasión
Si estás leyendo este artículo es porque seguramente estás buscando poder perdonar a alguien más que te ha hecho daño, o bien, que alguien más te perdone por lo que le hiciste.
Recuerda: nadie es más importante que tú mismo. Así que, a partir de este momento, colócate al frente de todos los demás.
Ahora, como primer paso la doctora Hannah Rose recomienda reconocer cuál es tu necesidad de perdonarte a ti mismo o misma. Es decir, ¿por qué me quiero perdonar? La pregunta es incómoda y rara, pero nos saca de la zona de confort de “lo que le hice al otro/lo que el otro me hizo”.
Después, intenta responder a estas preguntas: ¿Soy realmente una mala persona? No creo. ¿Mi intención era causar daño? Pues no. ¿Es posible que solo sea un ser humano y en ese momento me sintiera abrumado por circunstancias de la vida que me hicieron salirme de control? Sí. ¿Eso me define como persona? No.
Vernos a nosotros mismos bajo la lupa de la autocompasión nos permite encontrar respuestas que usualmente no vemos por estar enfrascados en culpas y resentimientos.
Pero ojo, no se trata de engañarnos y de distorsionar los hechos, sino de practicar la autocompasión: ser amables con nosotros mismos, reconociendo lo bueno que tenemos para poder ser justos al analizar nuestras malas acciones.
Si logramos analizarnos desde la autocompasión —reconocer que somos seres humanos que cometen errores y que, por ende, también los demás han cometido errores hacia nosotros— será más fácil restablecer la relación con nosotros mismos.
Una guía hacia el reto de perdonarse uno mismo
El doctor Jorge Domínguez, miembro de la Asociación de Psicoterapeutas de Quebec, recomienda estos pasos para poder perdonarnos a nosotros mismos:
- Abandona el auto-resentimiento, ese enojo contigo mismo, frente al error que has cometido.
- Practica la auto-compasión en el sentido positivo (no lástima), vive el amor hacia ti mismo.
- Reconoce que tienes debilidades, pero también fortalezas; que la vida tiene matices y no todo es sólo bueno o malo.
- Asume que el fracaso y el error no te hacen mala persona.
- No temas volver a comenzar y reparar el daño, que seguramente fue un daño hacia ti misma, hacia ti mismo.
- Aprende de tus errores y sé consciente de que merece la pena rectificar luego del error que cometiste.
- Reconcíliate aceptándote tal como eres, reivindicando tu autoestima.
- Ahora es tiempo de soltar y dejar ir el pasado. Evita volver tus pensamientos hacia el momento del error.
- Mira hacia el futuro.
A veces tenemos miedo a empezar de nuevo, pero quizás este sea el primer paso una vez que te perdones. Piensa que perdonarte a ti mismo es aprender, rectificar y darte cuenta en dónde has fallado.
Ahora que ya sabes cómo perdonarse a uno mismo, disfruta y vive tu vida.
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