No hay 2 personas que vean o metabolicen la comida de la misma forma. Nuestra experta Renata Herrera nos habla de la importancia de las emociones a la hora de comer.
¿Cómo es tu relación con la comida?
Si un grupo de amigas van a comer pasta con pollo, ¿qué pasa en la mente de cada una de ellas?
- La que está a dieta ve en ese plato calorías y grasa
- La que quiere subir de peso ve esa comida como un paso hacia su meta
- La amiga atleta que busca ganar masa muscular, se enfoca en el pollo que es proteína.
- Para la amiga vegetariana: ¡eso es un cadáver!
- Y para la que es científica el pollo posee un grupo de nutrientes con químicos.
Todas ven el mismo plato de una forma diferente y muy personal, y cada una de ellas lo va a metabolizar de forma diferente como respuesta a su forma de pensar; a su relación con la comida.
¿Cuál es la reacción de nuestro cerebro al comer?
Entre el cerebro y el sistema digestivo hay comunicación continua a través de la médula espinal y las fibras de nervios.
Digamos que estás a punto de comerte un chocolate. La idea del chocolate y su imagen ocurren en la parte alta del cerebro, de ahí la información viaja al sistema límbico que es el que regula las emociones y las funciones como el hambre, la sed, la temperatura y otras.
En el sistema límbico está el hipotálamo que es el que integra la actividad de la mente con la biología del cuerpo. Es decir, traduce las señales sensoriales y emocionales en respuestas fisiológicas.
El placer de disfrutar cada bocado
Si es tu chocolate favorito, te da gusto comerlo y disfrutas cada mordida, el hipotálamo va a modular estas señales positivas a través de las fibras de nervios del sistema nervioso parasimpático.
Así se activan las glándulas salivales, el esófago, estómago, intestinos, páncreas, hígado y vesícula.
La digestión se estimula y ese chocolate se va a metabolizar perfectamente bien, mientras quemas las calorías de forma eficiente.
El sistema nervioso parasimpático se conoce como el de la relajación/digestión, pues cuando está activo es cuando estamos en el estado metabólico ideal, con la digestión funcionando de forma muy eficiente.
Pero si al comerte el chocolate, te sientes culpable, te juzgas por tu poca fuerza de voluntad o lo comes con miedo a engordar; el hipotálamo va a modular esas señales negativas a través de las fibras de nervios del sistema nervioso simpático. Y así se inhibe la respuesta de los órganos que interfieren con la digestión.
Vas a comerte el chocolate pero no lo vas a metabolizar bien, ya que tu sistema digestivo va a estar total o parcialmente cerrado.
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El chocolate se quedará por más tiempo en el sistema digestivo lo que lastima la bacteria buena del intestino y aumenta la cantidad de toxinas que entran al torrente sanguíneo.
Al llegar la señal por el sistema nervioso simpático los niveles de insulina y cortisol suben. Y disminuye la capacidad de quemar calorías, por lo que acumulamos más de ese chocolate como grasa.
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