Los restos de antidepresivos que llegan al mar afectan el comportamiento de los peces. Los efectos son preocupantes, dice el científico Giovanni Polverino.
No solo los plásticos están echando a perder los océanos y su ecosistema. Otros residuos también están dañando la vida marina. Se trata de los antidepresivos y ya hay evidencias de que están cambiando el comportamiento de los peces.
Seguramente no has pensado en esto, pero la industria farmacéutica es otra de las causantes de la contaminación de los mares. La revista Science Alert publicó un artículo en el que habla de los efectos colaterales de estos medicamentos en el hábitat acuático. En concreto, se refiere a los cambios de conducta en especies marinas.
¿Cómo llegan al mar?
El cuerpo solo absorbe parte de los fármacos cuando los toma, incluidos los psicoactivos como la fluoxetina (que se hizo famosa con la marca Prozac). El resto de la sustancia química termina en el inodoro, de ahí pasa al alcantarillado. A partir de ahí, todo lo que no queda atrapado en las plantas de tratamiento de aguas residuales se abre camino hacia el océano.
Cuando llegan al océano, los antidepresivos aturden e influyen directamente en la salud de los peces. Según el ecologista evolutivo Giovanni Polverino, de la Universidad de Australia Occidental (University of Western Australia), apenas estamos viendo las primeras consecuencias de esta contaminación.
Alteraciones de conducta
“Los efectos colaterales de los contaminantes psicoactivos en la vida silvestre son cada vez más preocupantes”, asegura Polverino en el estudio “La contaminación psicoactiva suprime las diferencias individuales en el comportamiento de los peces” publicado en Proceedings of the Royal Society B.
Para profundizar en este asunto, Polverino y su equipo realizaron un experimento de dos años. Sometieron a un tipo de pez específico, los Poecilia reticulata, a niveles bajos de fluoxetina, el antidepresivo más conocido del mundo. Los resultados no desmintieron su tesis.
Repercusiones vitalicias
Algunas de las alteraciones más importantes están relacionadas a la actividad normal de ciertos peces, a su capacidad de socializar, patrones de alimentación, rutas migratorias e incluso su apareamiento.
Sin embargo, se tiene conocimiento que estas concentraciones son muy inferiores a las que se encuentran actualmente en los océanos. Según las observaciones de Polverino, los peces pierden su capacidad de individualidad cuando se les expone a los antidepresivos, y es muy probable que otras especies también tengan repercusiones de este tipo para toda su vida.
Los resultados fueron crudos: los peces que tomaban antidepresivos parecían perder su capacidad de individualidad como resultado de su exposición, y las variaciones en el comportamiento entre animales separados disminuían a medida que la dosis aumentaba.
“El hallazgo clave es que la exposición crónica incluso a concentraciones muy bajas de fluoxetina erosiona la variación en los niveles de actividad entre los individuos”, escriben los autores.
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