El calentamiento global es claro y ya se están viviendo las consecuencias, prueba de ello es el desprendimiento del ‘megaberg’ en la Antártica, en 2017.
En nuestro planeta existen varios componentes naturales que se les ha demeritado por su “baja presencia” en nuestro día a día, o al menos eso creemos. Y ese es el caso de aquellos 2 extremos que de la Tierra depende, que, muchas veces cuando no tenemos en mente la relevancia que llevan, no alcanzamos a percibir lo importante que los polos son para nuestra vida.
Algunas de sus funciones son: mantener un balance natural de niveles de agua o literalmente que nuestros sistemas de control de temperatura dependen de ellos. Pues al tener una masa de hielo sana en extensión y profundidad, sirven para que el planeta no absorba la cantidad e intensidad de rayos y calor del sol, así como para mantener un equilibrio en los niveles del mar, de los cuales también dependen no solo nosotros, sino cientos de especies de flora y fauna.
El aumento de la temperatura es preocupante
Existen datos cada vez más preocupantes, como la reciente temperatura récord o jamás registrada en la Antártida, siendo de 34 °C durante enero de este año. Dicha temperatura fue medida mediante sensores adheridos a piedras en bahía Fildes, Isla Rey Jorge en la zona rocosa y costera de la Antártica. Estos aparatos son parte de “Pole to Pole Marine Biodiversity Observation Network of the Americas“, un gran proyecto y colaboración internacional en el que más de 30 científicos realizan una constante recopilación de información en diversas costas del continente americano, con el fin de estudiar la biodiversidad marina.
Tristemente estos picos no son recientes, pero ahora tenemos récords nada deseables. La temperatura de la Tierra ha aumentado 0.08 °C por década desde 1880 y la tasa de calentamiento en los últimos 40 años es más del doble: 0.18 °C por década desde 1981. Los 10 años más cálidos registrados han ocurrido desde 2005. De 1900 a 1980 se estableció un nuevo récord de temperatura en promedio cada 13.5 años, y de 1981 a 2019, se estableció un nuevo récord cada 3 años.
El desprendimiento del “megaberg”
El incremento y atención de acción del Foro Económico Mundial, en donde enfocan el hecho de que la temperatura empieza a tener impactos más preocupantes, reportan el suceso del derretimiento del iceberg más grande del planeta. Justo el año pasado, que incluso todavía los científicos siguen calculando el daño. El “megaberg” conocido como “A68”, se despegó de la Antártica en 2017, inicialmente medía 6,000 Km2. Como referencia, 8 veces el tamaño de la Ciudad de Nueva York, conteniendo un billón de toneladas de hielo. En ese momento los científicos tenían la esperanza que se llevaría 10 años en derretir, pero sorprendentemente esto sucedió en menos de 4 años. A raíz de esto, los investigadores científicos de la Universidad de Leeds están dimensionando el impacto y costo ambiental real.
En su punto máximo de derretimiento, el iceberg estaba liberando 1,500 millones de toneladas de agua dulce al mar todos los días. Esta cantidad de agua es equivalente a 150 veces el consumo de Inglaterra por día. Toda esta agua dulce tiene el poder de alterar las corrientes oceánicas. El iceberg también depositó hierro, minerales y materia orgánica, alterando los ecosistemas oceánicos. A su paso, el equipo ha detectado un cambio en la flora y especies de fitoplancton, que son algas microscópicas que juegan un papel vital en la absorción de CO2.
Los polos del planeta ya no son sostenibles
La tendencia consistente de calor adicional está provocando temperaturas extremas por región y estaciones. Además de despegar icebergs, reduce la capa de hielo y nieve marina que provoca lluvias más intensas, hábitats no aptos para flora y fauna, provocando un desbalance. Llegando a una situación en la que los polos del planeta ya no sostenibles, donde las áreas terrestres se han calentado más rápido que los océanos y el Ártico está subiendo su temperatura a un ritmo más alto que el resto del planeta.
El nivel de calentamiento que tendrá el planeta dependerá de la cantidad de emisiones y gases de efecto invernadero que se generan las siguientes décadas y es clave revertir la tendencia los siguientes 10 años. La actividad humana es como un drenaje abierto al cielo que arroja combustibles fósiles, entre otras prácticas equivalentes a 11,000 millones de toneladas métricas de carbono a la atmósfera por año.
Se necesitan compromisos reales para salvar al planeta
Vivimos en un ciclo natural donde existen relaciones indisolubles, cadenas inevitables e inseparables que un agente tiene el poder de marcar a otro(s). Por ende, ante retos tan grandes se necesitan compromisos grandes, y uno de ellos es la reducción de emisiones como en la pasada COP26.
Pero realmente para lograr la escala de iniciativas e inversión requerimos subir la barra de ambición de las metas actuales. Así como asegurar el medir los avances en función de metas que debemos lograr en el 2030. El tiempo ya no es mucho, sin embargo, las acciones sí y es clave sumar esfuerzos multisectoriales de TODOS los países y ámbito e industrias.
En estos temas no existe competencia, debemos tener un esfuerzo común a favor de nuestro planeta, lugar que todos compartimos.
Sobre el autor:
El Dr. Francisco Suárez Hernández es director General de AdeS para América Latina y Ex Presidente del Consejo del World Environment Center. Francisco es un apasionado de la sostenibilidad y fue el primer Latino en ser Presidente del Centro Mundial del Medio Ambiente 2015-2018 (WEC). En 2020, la junta directiva de WEC votó por unanimidad para elegirlo Director Emérito, en reconocimiento a sus muchos años de servicio dedicado. En el año 2020 fue reconocido como uno de los 100 Latinos más influyentes ante la crisis climática por la Organización Sachamama.
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