Hacer el bien a los demás puede traer satisfacciones que no se compran ni con todo el dinero del mundo. Así le pasó a esta mujer tenista que ayudó hace 23 años a dos hermanas refugiadas de Yugoslavia.
A menudo, pensamos que nuestras buenas acciones van a cambiar muy poco la vida de los demás. Esa buena voluntad que se nos da de vez en cuando llegará en forma de karma o dharma, pues estamos convencidos de que ser bondadoso y ayudar a los otros es un boomerang que vuela en dos sentidos, siempre.
¿Alguna vez has hecho algo amable por un extraño y te has preguntado qué le pasó años después a esa persona?
Checa esta historia: en 1999, dos hermanas abordaron un avión de Ámsterdam a Estados Unidos, huyendo de su hogar en la ex Yugoslavia. La República de Yugoslavia había sido bombardeada continuamente por la OTAN por tres meses durante la Guerra de Kosovo, en un intento de evitar la limpieza étnica generalizada de civiles albaneses.
Recibieron un sobre con 100 dólares
Las hermanas no tenían ni un centavo, dejaron atrás todo lo que poseían. Y solo una de ellas podía hablar inglés.
Una mujer se sentó junto a ellas en el avión y recordando a sus propias hijas, se conmovió por su aterradora situación. Metió la mano en su bolso y sacó un sobre. En el interior colocó unos aretes de oro, un billete de 100 dólares y una nota escrita a mano, que decía:
“Lamento mucho que el bombardeo en su país haya causado la separación de su familia. Espero que su estadía en Estados Unidos sea segura y feliz. Bienvenidas a Estados Unidos. Usé esto para ayudarlas un poco. Atentamente: una amiga del avión: Tracy”.
La palabra “segura” había sido subrayada. Para las hermanas refugiadas Ayda Zugay y Vanja Contino, eso había significado todo.
Zugay recordó a CNN: “Fue la primera vez que sentí alivio. Este es un lugar seguro y podemos construir un futuro aquí. Pasamos de este horror drástico a este hermoso acto de bondad”. La entrevista de Zugay, en CNN, la ayudaría más tarde a ella y a su hermana a reunirse con Tracy 23 años después, y le podrían contar cuánto cambió sus vidas con este regalo.
La mujer intentó localizarlas varios años después, sin éxito
Para Zugay, la nota de Tracy se convirtió en un “diamante en la oscuridad” mientras navegaba por su nueva vida en Estados Unidos, enfrentándose a los prejuicios hacia los inmigrantes. El impacto que tuvo fue tan grande que cada año, cuando se acercaba el Día de los Caídos y el Día de Acción de Gracias, Zugay renovaba su búsqueda por Tracy, su ángel guardián.
A lo largo de los años, Zugay había solicitado la ayuda de aerolíneas, hoteles, la app Reddit y varias organizaciones de refugiados. En un video reciente, Zugay compartió las pequeñas pistas que descubrió:
“Tracy, en este momento, sería una mujer de mediana edad o mayor que es increíble en el tenis y había viajado por ello en el pasado. Habría volado desde París, donde se hospedó en un Holiday Inn y donde jugaba tenis, a Ámsterdam, donde nos conocimos en ese vuelo. Habría volado de Ámsterdam a Minnesota, y esto habría sido el 31 de mayo de 1999”, explicó.
Aunque la gente se sintió conmovida por su historia y ofreció información y esperanza, en su mayoría se encontró frente a callejones sin salida. Hasta que su historia en CNN comenzó a circular. Más de 2 millones de lectores lo vieron, incluido uno de los contactos cercanos de Tracy.
La historia con un final más que feliz
Como supuso Zugay, Tracy (cuyo apellido ahora sabemos que es Peck), era de hecho una entusiasta del tenis. En 1999, tuvo la oportunidad de viajar internacionalmente para jugar y ver el Abierto de Francia. Su amiga Susan Allen, entrenadora oficial, vio la nota de Tracy en las redes sociales y reconoció la letra.
Allen pudo poner a Peck en contacto con Zugay y Contino, quienes ahora viven en Boston y Connecticut, respectivamente. Las tres finalmente pudieron compartir un emotivo reencuentro largamente esperado, a través de Zoom.
Las hermanas le contaron a Tracy dos décadas de historias: cómo pudieron sobrevivir todo el verano con ese billete de 100 dólares comiendo mezcla para hot-cakes y Coca-Cola. O cómo Zugay pudo graduarse de la Universidad de Boston y trabajar con una organización sin fines de lucro. También le dijeron que Vanja Contino se casó felizmente y tuvo dos hijos, a los que siempre cuentan la anécdota del avión como ejemplo para que hagan el bien sin juzgar.
Mientras compartía los capítulos de su historia, Zugay traía los aretes de oro que le regaló Tracy Peck hace 23 años.
Es posible que nunca sepamos a dónde conducen nuestras buenas acciones. Pero una cosa es segura: la amabilidad es poderosa y deja grandes satisfacciones. ¡Amamos este tipo de historias!
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