Pedro Campos renunció a su trabajo en una agencia de publicidad y se dedicó de lleno al minimalism, que nos enseña a vivir con menos.
Pedro Campos es originario de Mexicali, aunque actualmente vive en Monterrey. Hace cinco años, renunció a su trabajo en una agencia de publicidad y se dedicó de lleno al minimalismo, una práctica que nos invita a hacer espacio en nuestra vida para las cosas que realmente nos llenan.
En 2016, Pedro inició el proyecto La vida minimal, con el cual difunde mensajes para vivir mejor con menos. En su cuenta de Instagram, publica sus ilustraciones y reflexiones que, más que enseñanzas, son una forma de comprometerse a sí mismo con aquello que predica. También publicó el libro La vida minimal (2018), editado por Penguin Random House.
Ahora presenta el proyecto Meditantes, con el que promociona el libro Minúsculas gotas de paz (2020), así como un podcast donde ahora va más allá del minimalismo para introducir reflexiones basadas en disciplinas como el budismo.
Platicamos con él sobre por qué es importante aligerar nuestras cargas en un mundo cada día más pesado.
¿Cómo defines el minimalismo?
Es darse cuenta de lo que es importante, darle espacio a las cosas realmente valiosas de nuestra vida. Es reorganizar nuestras prioridades y poner por encima nuestra paz interior, antes que otras cosas menos importantes.
¿En qué nos beneficia?
Es como una puerta de entrada al autoconocimiento, a una sensación de libertad y de ser tú mismo. Y, a nivel colectivo, es una forma de reducir nuestro impacto ambiental.
¿Para quién está hecho el minimalismo?
Minimalismo puede sonar algo radical, por eso creo que es sólo para quienes realmente les haga clic. Sin embargo, el cuestionarnos sobre a qué le damos importancia en la vida y recordar que la vida puede ser más simple, eso es para todos.
¿Por dónde podemos empezar?
Hay dos puertas de entrada. Una es más interna, que es plantearnos esas preguntas incómodas: ¿realmente estoy contento con mi vida? ¿Vale la pena tener estas cargas? La otra puerta, más sencilla, es empezar por nuestra ropa. La ropa es algo muy personal, no es que vayas a tirarle los platos a tu mamá.
Pero habrá gente a la que le parezca imposible deshacerse de aquello que tanto le gusta…
Yo ahí preguntaría: ¿cuál es el significado que le das a esos artículos? Y si de verdad te gusta mucho tu ropa, pues quédatela. No tienes que quedarte sólo con dos pantalones y tres playeras. Pero entonces úsala de verdad y acábatela.
¿Cómo iniciaste en el minimalismo?
Un día, en la agencia en la que trabajaba, encontré el libro El poder de lo simple, de Leo Babauta. Lo leí y me empecé a interesar por conocer más al autor. Leyendo su blog llegué a otras lecturas con las que conocí este movimiento y decidí incorporarlo en mi vida.
¿Tuviste algún punto de quiebre para adoptar el minimalismo en mi vida?
Realmente no tuve una experiencia drástica, no es que antes fuera un consumista o un acumulador. Por ahí de 2013 comencé el blog sobre minimalismo, hasta que llegó un punto en el que sentí que ya no era congruente mi nuevo estilo de vida con mi trabajo en publicidad. Entonces, a finales de 2016, renuncié y me dediqué de lleno a esto. Quizás ese fue el momento más radical que tuve.
¿Qué cambió en tu vida a partir del minimalismo?
Mis cambios han sido más internos. Mi entorno sigue casi igual, pero internamente me ha llevado a la introspección, a revisar mis impulsos, mis deseos. Si tuviera que resumirlo, diría que me siento feliz y en paz.
¿Hay algo que extrañes de tu vida previa al minimalismo?
Buena pregunta… quizás extraño que no me importen ciertas cosas. Por ejemplo, antes no me preocupaba tirar una botella de plástico a la basura y ahora siento un chorro de frustración cuando una botella de plástico llega a mis manos.
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