El mundo ha pasado cuatro años sin Leonard Cohen, pero su música y sus letras siguen haciendo de este un mundo mejor. Hoy, lo recordamos.
Tras ganar el premio entonces llamado Príncipe de Asturias de las Letras en 2011, donó 50 mil euros a la Universidad de Oviedo, en España. Esto para crear una cátedra en su nombre. Luce algo narcisista a primera vista, pero la materia —que por supuesto existe— tiene como objetivo reforzar la creación poética y la musical. Llevamos cuatro años sin Leonard Cohen, quien falleció a los 82 años. Su familia y sus amigos cuentan que murió mientras dormía, en paz, en su casa en Los Ángeles. La noticia fue estremecedora para los mundos de la música y la literatura. Cohen, como también ha hecho Bob Dylan, nos mostró la potencia de ambas artes en sintonía. Sus letras son historias complejas, emotivas y entrañables. Canciones que hablan, principalmente, del amor y de los altibajos que se viven en las relaciones de pareja. Sus canciones permiten sentir y también reflexionar. Tuvo la fortuna de dejar el mundo en calma, sabiendo que había puesto su grano de arena para hacerlo un lugar más bello.
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Leer y cantar a cuatro años sin Leonard Cohen
El artista canadiense opinaba que la poesía era la evidencia de la vida: “si tu vida está ardiendo bien, la poesía son las cenizas”. Su escritura tiene una gran influencia de grandes de las letras como William Butler Yeats, Walt Withman, Henry Miller y Federico García Lorca. Y basta escuchar sus discos con atención para encontrar el mismo nivel de poesía. Canciones como “Dance Me to the End of Love”, “Hallelujah”, “Suzzane”, “Everybody Knows” y “Chelsea Hotel #2”, en la que narra un romance fugaz que tuvo con la maravillosa Janis Joplin, se quedan para siempre en la historia de la música. Razón por la que fue incluido en el Salón de la Fama del Rock and Roll en Estados Unidos y en el Salón de la Fama Musical de su natal Canadá.
En su faceta como escritor de prosa, Leonard Cohen cuenta con dos novelas: El juego favorito y Los hermosos vencidos, ambas escritas en los años 60. Luego de esas aventuras prosísticas se enfocó más en la poesía, siendo su último libro La llama, publicado en 2018, un par de años después de su muerte.
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