Los perros nos han enseñado muchas lecciones, entre ellas que —en disfrutar del presente— está una de las claves de la felicidad.
En un artículo publicado por The Guardian, la escritora Jen Doll cuenta lo que para ella ha sido un salvavidas en la pandemia. El verano pasado, cuenta en el texto, adoptó a Ramona, una pequeña perrita bautizada así en honor al personaje de un libro infantil y al inolvidable Joey Ramone. Si bien es un texto con tono personal, nos revela las muchas lecciones que los perros nos han enseñado a lo largo de los años que han convivido con nosotros. Nuestra relación más larga y amistosa con otro miembro del mundo animal, de la que hay rastros que datan de hace 40 mil años.
Doll menciona, por ejemplo, que su perra le ha enseñado a vivir el presente, a sorprenderse con cada pequeña cosa que ve y concentrarse en ella como si fuera lo único en el mundo. Esta capacidad de los perros, nos dice la autora, nos recuerda que mucho de lo que consideramos felicidad es tan solo un invento y, algunas veces, un producto del ego y de la insatisfacción. “Pero los perros solo quieren cosas simples para ser felices: caminar en la naturaleza, tomar siestas por la tarde y comer algún premio delicioso. Y eso es lo que los humanos necesitamos hoy más que nunca”.
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No debemos olvidar las lecciones que los perros nos han enseñado
Con “hoy más que nunca”, Doll hace referencia a la pandemia. El nuevo coronavirus y todo lo que su presencia conlleva afecta a nuestra salud aún sin que entre en nuestro cuerpo. Ha incrementado la ansiedad y la depresión, por ejemplo. Pero, como dice la autora, no debemos dejarnos caer. Y, una de las claves, es apreciar lo que tenemos. Concentrarnos en vivir plenamente el presente, como nos han enseñado nuestros perros.
Doll menciona, por ejemplo, a Patricia McConnell, experta en comportamiento animal y autora del libro The Other End of The Lash, y su demostración de que los perros y los humanos están entre los pocos animales que necesitan jugar a lo largo de toda su vida. “Los humanos podrán haberlo olvidado”, apunta Doll, “pero los perros jamás lo hacen. Y cada vez que me dan ganas de arrancarme el pelo mientras veo las noticias y espero que exista una vacuna, Ramona está ahí”.
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