Estrés en niños: cómo reconocerlo y ayudarles a manejarlo con amor

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Estrés en niños: cómo reconocerlo y ayudarles a manejarlo con amor

El estrés en niños es real, pero con amor y estrategias sencillas se puede manejar. Descubre cómo reconocerlo y 5 formas positivas de ayudarles a recuperar su bienestar.

Aunque solemos asociar el estrés con la vida adulta, también existe el estrés infantil. Exámenes, cambios en casa, nuevas escuelas, amistades o incluso la presión de “portarse bien” pueden generarles ansiedad. Y sí, estudios recientes muestran que cuando el estrés se vuelve constante puede afectar no solo su estado de ánimo, sino también su salud física y su rendimiento escolar. Pero también hay buenas noticias: con apoyo y estrategias simples, los pequeños pueden aprender a manejarlo y convertirse en personas más resilientes.

¿Qué pasa cuando los niños se estresan?

Investigaciones recientes han encontrado que los niños con niveles altos de cortisol —la hormona del estrés— presentan más síntomas de ansiedad o problemas de conducta. Sin embargo, cuando esos niveles bajan con el tiempo, los síntomas también mejoran. Esto confirma algo muy importante: el estrés infantil no es definitivo. Si ayudamos a los pequeños a regularlo, su bienestar también mejora.

Además, especialistas de la UNAM explican que el estrés puede ser incluso positivo en pequeñas dosis, porque prepara a los niños para adaptarse y resolver problemas. El problema aparece cuando es constante o intenso, ya que puede derivar en dolores físicos, dificultades para dormir, bajo rendimiento escolar o irritabilidad frecuente.

Señales que nos alertan

Algunos cambios que pueden indicar que un niño está bajo demasiado estrés son:

  • Irritabilidad o llanto sin razón aparente.
  • Dolores de cabeza o de estómago.
  • Problemas para dormir.
  • Miedo excesivo o preocupaciones constantes,
  • Alejamiento social o rechazo a actividades que antes disfrutaba.

Estrategias positivas para ayudar

  1. Crear rutinas claras
    Los horarios predecibles para comer, dormir y jugar hacen que los niños se sientan seguros.
  2. Escuchar sin juzgar
    A veces lo único que necesitan es hablar y sentirse comprendidos. Preguntar “¿cómo te sientes hoy?” abre la puerta al diálogo.
  3. Enseñar técnicas de calma
    Respirar profundo, estirarse o imaginar un lugar tranquilo son ejercicios simples que ayudan a relajar el cuerpo.
  4. Más juego y naturaleza
    El juego libre y pasar tiempo al aire libre reducen la tensión y mejoran el estado de ánimo.
  5. Dar el ejemplo
    Si los adultos manejamos nuestro propio estrés con hábitos sanos, los niños aprenden observándonos.

Detectarlo a tiempo marca la diferencia

El estrés en los niños es real, pero también es manejable. Detectarlo a tiempo y responder con paciencia, escucha y rutinas positivas marca la diferencia. Al acompañarlos con amor y herramientas simples, no solo los ayudamos a sentirse mejor hoy, también les damos recursos para que en el futuro sepan cuidar de sí mismos frente a los retos de la vida.

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