Hay miedo sobre cómo las recientes elecciones en México pueden echar abajo los derechos LGBT+ y de las mujeres. ¿Qué tan viable es este escenario?
Este fin de semana se realizaron elecciones intermedias en México; se eligieron 15 gubernaturas, diputaciones federales y alcaldías en la Ciudad de México. Uno de los temas que rigió la elección, desde el inicio de las campañas, fueron los derechos de las mujeres y de las personas LGBT+.
El clima de estas elecciones comenzó con la postulación de un candidato en el estado de Guerrero acusado de violencia sexual hacia las mujeres. Tras una importante movilización de colectivos feministas, lograron quitarle su candidatura (aunque en su lugar quedó su hija, Evelyn Salgado, quien resultó electa).
Tras las elecciones, feministas y personas LGBT+ se debaten sobre qué pasará con sus derechos, una vez que en la Ciudad de México (mundialmente conocida por sus derechos a favor de la comunidad LGBT+) ganó terreno una coalición de derecha.
Y es que en casi la mitad de las alcaldías ganó la alianza conformada por el Partido Accional Nacional (PAN), Partido de la Revolución Democrática (PRD) y el Partido Revolucionario Institucional (PRI).
Particularmente, el PAN es un partido conocido por defender valores tradicionales y que, en estados como Guanajuato (donde gobierna) se han dado a conocer por prohibir los derechos de las personas LGBT+ y los derechos de las mujeres a elegir sobre su cuerpo.
Sólo la noticia del alcalde electo en el municipio Ciudad Neza, en el Estado de México, fue una de las más optimistas durante la jornada electoral: se trata del primer alcalde abiertamente gay en ser electo en México.
Ahora que la Ciudad de México tendrá un mayor control por parte de este bloque conservador, ¿se verán amenazados los derechos conquistados por la lucha a favor de la diversidad y del feminismo?
Este es el panorama de derechos LGBT+ y de las mujeres en la Ciudad de México
De acuerdo con el Consejo para Prevenir la Discriminación en la Ciudad de México (Copred), la capital mexicana se distingue por su legislación de avanzada en el respeto a la diversidad sexual.
Esto, gracias a instrumentos legales que protegen el ejercicio de la sexualidad y, de manera particular, el ejercicio de los derechos de las poblaciones LGBT+, como el matrimonio y la adopción entre parejas del mismo género.
Sabemos que, lamentablemente, en ninguna lesgilación los derechos son intocables y que, dado un escenario muy específico, podría haber cambios que desfavorezcan a los grupos más vulnerables.
Pero, tratándose de una ciudad que atrae turismo de personas LGBT+ y que ha impulsado su nombre a nivel internaciona como una de las más vanguardistas, sería poco estratégico pensar que los derechos de las personas LGBT+ se vean vulnerados en los próximos tres años.
Sin embargo, uno de los puntos débiles está en la propia comunidad, que a diferencia del movimiento feminista, carece de una articulación política adecuada para exigir sus derechos.
En los últimos años, si no es que décadas, la población LGBT+ en México ha perdido su participación en foros de discusión crítica y se han volcado, más bien, a festejo del orgullo (que, por supuesto, es válido y más que merecido, pero que ante la amenaza política no es suficiente).
Algunos usuarios en redes sociales, principalmente Twitter, han hecho un llamado a que las personas LGBT+ vuelvan a retomar el movimiento desde una postura más crítica y menos festiva, algo que será necesario en caso de que la derecha política nacional gane terreno.
¿Qué pasará con los derechos de las mujeres después de las elecciones?
A diferencia del movimiento LGBT+, que ha perdido articulación en los años recientes, el movimiento feminista en México sigue ganando espacios en la esfera política, con logros importantes como la despenalización del aborto en algunas entidades.
La actual administración del país ha dado giros entre los que no termina de definirse si hay o no apoyo al movimiento feminista desde el gobierno. Por un lado, se aprueban reformas en pro de los derechos de las mujeres, pero por otro el presidente intenta poner a consulta ciudadana dichos derechos.
De hecho, López Obrador ha minimizado repetidamente el movimiento de protestas o acusado a los grupos feministas de tener motivaciones políticas, sin reconocer que son mujeres autónomas y organizadas.
A opinión de las propias mexicanas, ni con la actual administración ni una administración de otro partido podrán resolver problemas estructurales que deben resolverse a partir de la organización ciudadana.
En cualquier caso, el camino correcto es el que las mujeres están siguiendo: alzar la voz, visibilizar sus reclamos y no callar hasta que México sea un país seguro para ellas.
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