Empresa francesa pone el ejemplo y ofrece huevos éticos

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Empresa francesa pone el ejemplo y ofrece huevos éticos

Poulehouse ofrece un método de producción responsable y sin sacrificio. Huevos éticos de gallinas que viven una vida larga y plena.

Claro, técnicamente la obtención de huevos éticos o no éticos no mata a ninguna gallina, no de inmediato. Pero detrás de esta industria se esconde una fenómeno que pocos conocemos y este empresa francesa lo soluciona.

Generalmente, una gallina ponedora es sacrificada a la edad de 18 meses, pues a esta corta edad la fertilidad de las aves se reduce drásticamente. Sin embargo, una gallina saludable puede vivir en promedio ¡6 años!

El modelo de negocio de la empresa francesa Poulehouse (casa de la gallina, en español) ofrece un método de producción responsable y sin sacrificio. En éste, las gallinas viven toda su vida en el mismo sitio (en la granja piloto de Limousin o con criadores asociados certificados). Son criadas al aire libre, su vida reproductiva satisface sus necesidades naturales y todas y cada una de ellas muere de forma natural. 

La respuesta de Poulehouse a la industria

Otro de los grandes compromisos de Poulehouse está en no matar a los pollitos machos. Usualmente, la industria avícola se deshace de ellos por considerarlos menos productivos. Como consecuencia de esto, la empresa se ha asociado con la startup alemana Seleggt, la cual ha desarrollado una técnica innovadora que permite detectar el sexo del pollo en el huevo y, por lo tanto, sólo permite eclosionar aquellos huevos que sean hembras.

El método de Seleggt

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En el caso de las gallinas provenientes de criadores asociados, la compañía se ha comprometido a pagar más a estos productores para garantizar el bienestar y cuidado de los animales. Con esto, Poulehouse no sólo logra ofrecer huevos éticos sino productos que también son buenos para sus consumidores. 

Así, la granja ofrece dos versiones de estos huevos éticos: Bio y Al aire libre. Los primeros provienen de gallinas alimentadas orgánicamente y criadas al aire libre; los segundos son casi iguales, pero su alimentación puede contener, en una proporción mínima (< del 0.9%), organismos genéticamente modificados (OGM).