Se cree que este boom en la venta y uso de bicicletas llegó para quedarse. Pero, ¿qué están haciendo las empresas para satisfacer la demanda?
Debido a la pandemia por Covid-19, la bicicleta fortaleció su calidad de fuente alternativa de movilidad. Y esto provocó un auténtico boom en las ventas de bicicletas entre gente que quería evitar aglomeraciones en el transporte público.
Curiosamente, el invierno, que suele ser temporada baja para el sector, sorprendió con una creciente demanda de parte del público que eligió la bicicleta como medio de transporte para evitar contagios.
Por ejemplo, la Cámara Argentina de Comercio Mayorista y Minorista de Bicicletas, Partes, Rodados y Afines (Commbi) asegura que en esos meses las ventas llegaron a estar un 50% por encima de lo que se trabaja en un año tradicional durante el invierno.
Si bien la pandemia trajo este boom en el uso de la bicicleta, lo cierto es que se trata de una tendencia que ya venía creciendo en los últimos años.
Por ser una opción más económica, más amigable con el medio ambiente y una alternativa para ejercitarse, los vecinos de las grandes ciudades están incorporando cada vez más esta forma de movilidad en su día a día.
Además, su uso como transporte urbano disminuye notablemente las posibilidades de contagio de SARS-CoV-2. A todo eso, se sumó que varias ciudades del mundo han estado invirtiendo en infraestructura para el uso de bicicletas, desde México hasta Argentina.
Se trata también de una industria que demanda mucha mano de obra. La clave ahora será saber pensar si, después de este boom, efectivamente la bicicleta se queda como uno de los transportes favorito. O la gente volverá a subirse a sus vehículos.
El boom de bicicletas trajo otro problema: la demanda
El boom de bicicletas durante la pandemia trajo consigo la necesidad de fabricar más unidades. El tema es que muchos de los materiales y piezas provienen de Asia. Y en medio de una pandemia, con restricciones de viajes, el reto no fue menor.
Esto puso a los fabricantes de bicicletas en jaque, quienes viven con el miedo y la preocupación no solo por la falta de stock, sino por la dificultad de planificar a largo plazo debido a que los proveedores planean sus envíos a seis meses.
Y dado que este boom de bicicletas no es tema de un solo país sino una tendencia global, son muchos los países peleando por un pedacito de atención de los proveedores asiáticos.
Gran parte de los componentes de las bicicletas son importados de Japón, China, Taiwán, Malasia e Indonesia.
Pocos países en Latinoamérica tienen marcas de bicicletas locales, lo cual ayudaría bastante a satisfacer la demanda creciente. Quizás este es un buen momento para empezar a pensar local, incluso cuando se trata de temas como la movilidad, ¿no crees?
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