La caída de Facebook y las otras apps de Mark Zuckerberg nos dejan muchas reflexiones: ¿es tan difícil desconectarse de las redes sociales como pensábamos?
Para algunos, la caída de Facebook, Instagram y WhatsApp el pasado 4 de octubre fue un infierno, pero para muchos otros fue un respiro digital más que necesario.
En ambos casos, esta falla tecnológica (que no es la primera ni será la última) nos deja varias reflexiones sobre nuestra dependencia de las redes sociales y de la tecnología en general.
Puede sonar trillado, pero vivir en un mundo tan hiperconectado y acelerado nos tiene exhaustos. Es tan rápida la forma en que vivimos que afecta absolutamente todos los demás aspectos de nuestra vida.
Así que, poniéndonos un poco reflexivos, estas son las lecciones que la caída de Facebook, Instagram y WhatsApp nos dejó. O bien, que debería dejarnos.
1. Tras la caída de Facebook, no podemos depender 100% de la tecnología
Sí, sabemos que esto suena casi utópico en estos tiempos, pero entre más tecnologizados estamos, más aprendemos que vamos por el camino equivocado. Imagina un apagón más fuerte, por ejemplo, que se vaya todo el internet. El mundo estaría literalmente paralizado, incluidos hospitales y bancos.
Hay estudios que prospectan cómo sería un escenario con apagones de internet y, créenos, es peor que apocalíptico. Dependemos demasiado de la tecnología, pero quizás es momento de empezar a planear otras atmósferas más analógicas.
2. WhatApp no debería ser una herramienta de trabajo
La idea original de WhatsApp era ser una aplicación de mensajería personal. Es decir, una forma de conectar con nuestros amigos y familiares. Es entendible que también nos sirva para conectar con colegas de trabajo y nuestros jefes, pero de repente, WhatsApp se covirtió en una herramienta de trabajo para millones de personas.
Ponte a pensar: ¿cuántos grupos de trabajo tienes en WhatsApp? ¿Eres de los que se ha visto obligado a tener dos teléfonos diferentes para separar tu WhatsApp personal del laboral?
Esta app puede ser muy útil para el trabajo, sin duda, pero deberíamos regresar a los orígenes de su propósito. Si las empresas necesitan contar con un chat de trabajo, para eso existen herramientas específicas, como Zoom o Skype.
No dejemos que el trabajo se siga metiendo a nuestra intimidad, a nuestros círculos familiares y de amigos. Literalmente.
3. Acéptalo: la caída de Facebook, Instagram y WhatsApp nos dio unas horas de paz
Aunque al principio pudo darnos ansiedad por no poder estar en contacto con nuestros familiares, amigos y compañeros de trabajo, la caída de Facebook, Instagram y WhatsApp fue como un descanso obligatorio para todos los usuarios.
En seis horas, pudimos avanzar en nuestros pendientes, ir al gimnasio, limpiar la casa, escuchar música sin distracciones o, por qué no, dormir una siesta sin esos molestos zumbidos de las notificaciones en el teléfono.
Claro que, para otras personas, esto significó una tortura. Pensemos, por ejemplo, en pequeños negocios cuyas operaciones dependen de estar en contacto con su clientela por medio de Facebook y WhatsApp.
Pero para quienes estas apps son una fuente infinita de distracción, la caída de Facebook y los otros servicios fue como respirar aire puro en la montaña.
4. Las redes sociales son prescindibles
Estamos tan acostumbrados ya a la interacción diaria por medio de redes sociales (y a los memes y a los stickers) que nos resulta difícil interactuar de formas más tradicionales. Pero no olvidemos que, hasta hace 20 años, la cosa no era así.
Podemos volver a entablar conversaciones sin tener una red social de por medio. Quizás la idea suene algo cavernícola, pero si lo piensas bien, no pasa nada si decides apagar tus redes sociales por un tiempo. Muchas personas lo han hecho, incluidas celebridades e influencers, y todas aseguran que se han sentido mejor que antes.
5. Nunca estás solo si estás contigo
Hay una máxima de la psicología que dice que la mejor relación es con nosotros mismos. Algo parecido dice el budismo: cuando estás contigo, no estás solo. La caída de Facebook, WhatsApp e Instagram nos enseña que, quienes menos ansiedad tuvieron, es porque saben estar bien con ellos mismos.
No somos conscientes de cuánto tiempo pasamos en las redes sociales por puro hastío, aburrimiento o incluso para evadir nuestros problemas. Habemos quienes estamos en una llamada de trabajo y, al mismo tiempo, estamos escroleando las redes sociales.
Evadirnos y evadir nuestro aquí y ahora sólo nos va dejando un enorme vacío interior. Necesitamos reconectar con nosotros mismos y con nuestra realidad. No está mal tener redes sociales, pero cuando éstas ocupan una parte considerable de tu vida, es una alerta roja que debes atender.
Cuéntanos cómo te fue con la caída de Facebook, WhatsApp e Instagram. ¿Sentiste ansiedad o fuiste de los afortunados que pudieron resistir a este pequeño silencio tecnológico?
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