Los spa nórdicos son especialmente populares en Canadá, donde se ha democratizado su acceso. Descubre esta tendencia de bienestar.
Chelsea es un pueblo de la provincia canadiense de Québec, a pocos kilómetros de la capital del país, Ottawa. Sin grandes comercios ni corporativos, allí la vida gira alrededor del parque Gatineau, un gigantesco pulmón verde donde se pueden practicar varios deportes invernales mientras se observan castores y otras especies animales. Y de Nordik Spa Nature, frecuentado por locales y quebequenses. Pertenece a la categoría de spa nórdicos, un término muy popular en Canadá -y no en los países nórdicos, como cabría esperarse- . Nordik Spa Nature no es un lugar íntimo: por el contrario, antes de la pandemia, un viernes o sábado, los días más populares de este santuario del bienestar, en su alberca infinita se juntaban hasta 50 personas, disfrutando del agua caliente (37 ºC).
Spa en pandemia
A partir de este mes, Nordik Spa Nature, que durante la crisis sanitaria estuvo funcionando parcialmente, tendrá todo su circuito termal abierto, aunque con precauciones. Estas consisten en reserva en línea, cupo máximo de 10 personas a la vez, sana distancia, ventilación adecuada en cada sauna o baño y sanitización con tecnología UV a cada hora. El ambiente general es de respeto y armonía, mientras el código de vestimenta es relajado: lentes de sol porque el astro rey pega fuerte por la tarde, traje de baño y batas (se renta en el Spa).
Circuito terapéutico
En Nordik se ofrecen todos los tipos de saunas, baños de vapor y jacuzzi que uno pueda imaginar. Desde onsen japonés, baño turco y sauna finlandés, hasta sauna para meditar, cascada helada, alberca de agua salada para flotar y baño mongol, cada opción resulta seductora. El objetivo es realizar al menos un par de veces un circuito de hidroterapia entre las diferentes variantes propuestas. Lo que importa es tomar una ducha tibia, luego pasar por una fase de calor seco, seguido de vapor húmedo, para luego cerrar los poros con agua glacial. O en su defecto, caminar a la intemperie en un día de baja temperatura.
Magia esencial
Un párrafo aparte merece el sauna con aromaterapia, un original ritual que vale la pena probar. En una amplia cabina al estilo nórdico, tapizada con madera y gradas, los asistentes se sientan en silencio y esperan a la maestra de ceremonias, que en traje de baño y pareo en la cintura trae unas cubetas de pino con bolas de nieve infusionadas con diferentes aceites esenciales (lavanda, menta, entre otros) y las ubica sobre las piedras volcánicas que calientan el sauna. Enseguida, la nieve comienza a derretirse y un agradable aroma comienza a inundar el lugar. La música suena y la maestra toma una toalla, con la que comienza a dispersar los vapores esenciales, en medio de una danza enérgica. El calor sube aún más (hasta 85°C) y muchos de los que están en las gradas superiores bajan un escalón. Al terminar la liturgia, todos están empapados en sudor, pero con una sensación de tranquilidad y de haber sido apapachados
El Banyä es la versión rusa del sauna tradicional. Aquí el vapor se origina al dispersar agua sobre ladrillos calientes. Híbrido entre un sauna y un baño de vapor húmedo, es un ritual popular entre los habitués de Nordik, a pesar de que el tratamiento completo consiste en recibir algunos latigazos -suaves, claro- con ramas de eucalipto. Se sirve vodka por un costo extra y, en general, aquí y en el resto del Spa, el ambiente simula un antro zen, con música lounge, barra de tragos -el Aperol Spritz es uno de los más pedidos- y charlas relajadas entre amigos. Hay madres e hijas que visitan juntas el lugar, citas románticas, despedidas de solteras y eventos corporativos. Una experiencia que incluso en solitario vale la pena probar.
En el bosque
A unos 140 kilómetros de Gatineau, muy cerca del centro de esquí Mont Tremblant, se ubica otro centro de bienestar. Más íntimo y exclusivo, el Scandinave Spa, se encuentra abierto ahora para masajes y, a partir del 26 de marzo, para su circuito hídrico completo. Para más información sobre sus medidas anti-Covid-19, visita su sitio web.
En el corazón de las Laurentides, una zona montañosa al norte de Montréal, en Québec, este Spa se encuentra enclavado en medio de un bosque que en invierno se cubre de nieve, a un centenar de metros de una apacible carretera. Para asegurar una experiencia relajante, allí no hay Wi-fi. Y se pregona el silencio como regla de civilidad y medida terapéutica.
Spa nórdico frente al río
Al spa tapizado con tablas de pino, se entra en traje de baño. No caben más de 10 personas sentadas, pero el sistema de citas se realiza de forma tal que nunca te encuentres con más de tres o cuatro acompañantes. Después de unos diez minutos —aguanta lo más que puedas el calor, pero si te sientes mareado, sal enseguida—, se impone la ducha fría de rigor.
Luego es el turno del jacuzzi. Este está ubicado en un deck de madera, frente al Diable, un río de 15 kilómetros de largo, en el que los lugareños practican pesca con mosca. Entre diciembre y marzo sus aguas permanecen congeladas. Pero hay un hoyo con una escalera, un cerco de seguridad y un conveniente pasamanos para quienes se animan a terminar la hidroterapia con un chapuzón helado.
Este ritual se puede repetir hasta cuatro veces. La última etapa consiste en ingresar en una acogedora cabaña. Allí, una chimenea encendida y material de lectura ayudarán a que tu corazón retome su ritmo habitual. Mientras la temperatura de tu cuerpo sube lentamente, tus poros se cierran y tu mente comienza a relajarse. La tranquilidad es tal, que muchos terminan roncando entre sus sillones. Hay variedad de tés, tisanas y frutas para reponer minerales. Después de ducharte en el vestuario, podrás optar por un menú ligero, pero apetitoso, frente al río.
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