Slow Beer promueve el arte de beber cerveza artesanal con alimentos tradicionales locales sustentables y la alianza con pequeños productores.
Hay una manera de consumir cerveza que no tiene nada que ver con la bebida que se toma en grandes volúmenes, de forma casi compulsiva. Slow Beer es una tendencia nacida en México que comulga con la misma filosofía que la Slow Food y propone el arte de beber cerveza artesanal.
Su idea es promover cervecerías artesanales de México que usen alimentos tradicionales locales, pero que además de ser ecológicas cuiden a sus productores. Todo cabe en este líquido de culto con tal de salvaguardar los insumos mexicanos, como el tejocote, la miel de la abeja Scaptotrigona, endémica de nuestro país, o los chapulines.
Francisco Olachea, beer sommelier y juez de prestigiosas competencias cerveceras artesanales ha participado en estas campañas de promoción de Slow Beer. Habla del fenómeno de esta bebida en México: “el consumo local es alto porque el mexicano prefiere la cerveza sobre otras bebidas y además hay una búsqueda de experiencias gastronómicas de los nuevos consumidores, como los millennials”.
Por su parte, Alfonso Rocha, responsable de la campaña Slow Beer y consejero Internacional de Slow Food en México cuenta cómo surgió esta iniciativa en 2015: “México es un país muy cervecero pero en general el público desconoce cómo se elabora una cerveza, qué es realmente una cerveza o el origen de sus ingredientes. Por eso es difícil que escojan entre una artesanal y una industrial que es de menor calidad“.
¿Cómo reconocer una buena cerveza tradicional?
Olachea, experto catador de esta bebida de cebada lo tiene muy claro. “Hay que disfrutar el producto sin esnobismo y opinar con libertad. No es necesario ser un catador o tener mucho conocimiento para detectar si un producto es bueno. A los sentidos no podemos engañarlos, pero debemos poner atención y paladear la cerveza para evaluar la calidad. Por eso nació Slow Beer para comprender también la composición de una cerveza artesanal”.
Para los novatos, Olachea recomienda “empezar a probar estilos fáciles de beber como Blonde Ale, Ámbar Ale y Brown Ale. Después ya están preparados para degustar algunas con mayor amargor, tostado o potencia alcohólica, ya que pueden ser muy potentes al paladar y dejan una mala impresión en un consumidor inexperto”.
Rocha menciona que Slow Beer está muy relacionada con “el proceso de elaboración y de los ingredientes de la cervecería La Bru de Michoacán, que tiene una cerveza de maíz azul y otra con vainilla de la Chinantla, la Winter Ale”. Rocha también cita a la cervecería Rámuri que tiene una cerveza que también ha utilizado esta vainilla de la Chinantla.
Como en todo, educar el paladar es parte del encanto del ritual de beber cerveza artesanal. Hasta llegar a poder apreciar sabores más excéntricos.
Olachea afirma que los ingredientes más atrevidos que ha probado en una cerveza de este tipo es en variedades de fermentación salvaje o relacionados con productos como la chicha de Sudamérica. Para él, su cerveza favorita es Marea Roja de Cervecería Agua Mala, en Ensenada. Y el estilo que más disfruta es el Ámbar Ale de Andres Brewing, de Quito, Ecuador.
Producción de cerveza artesanal, en México a la alza
Si hay que señalar en un mapa los puntos superiores en donde se elabora más cerveza artesanal, Jalisco lidera con el 34% la producción nacional, seguido de Nuevo León con 15% y Baja California con el 8%.
El Covid-19 ha impedido que salga al mercado este año. Pero Dragón Azul es un proyecto hecho realidad que podrá paladearse dentro de unos meses. Es la primera cerveza artesanal hecha con agua de mar en México. La ingeniera de alimentos de la UAM, Cristina Zenyaze, es su creadora.
Su idea es que esta cerveza artesanal cree conciencia sobre la limpieza de los mares y la preservación de animales marinos. Para elaborar el líquido, el agua del Mar de Cortés fue desalinizada y purificada para adaptarla al consumo humano.
Dragón Azul se declina en dos estilos. Porter, con 6% de alcohol y una amargura moderada. Con notas de chocolate y café por las maltas tostadas y de color oscura. Y la variedad Pale Ale, que posee mayor amargor y un 9% de alcohol. Su color es dorado cobrizo y es de aromas afrutados. En el mundo, España (Er Boquerón), Argentina (Antares) y Bolivia (Pacífica) ha experimentado ya con cervezas que contienen agua de mar.
Y tú, ¿las probarías?