Verena Erin, bloguera experta en moda ética, explica por qué los suavizantes de telas son malos para tu ropa, el medioambiente y la salud.
Durante la segunda mitad del siglo XX, los suavizantes de telas revolucionaron el lavado, pues los detergentes de la época, los colorantes y las secadoras dejaban una sensación áspera y rígida en las telas. En pleno siglo XXI, la situación es muy distinta. La mayoría de los detergentes y las telas han evolucionado de tal forma que este producto -podemos asegurarlo- se ha vuelto totalmente obsoleto.
Cada vez más encontramos etiquetas que señalan evitar el uso de suavizantes. La experiencia con las fibras elásticas es terrible: se pierde dicha elasticidad en sólo un par de lavadas o, en el caso de la ropa deportiva, el recubrimiento ceroso que dejan los suavizantes evita que la humedad salga de la prenda. Esta película indeseable tiende a acumular malos olores y con el paso del tiempo dificulta la remoción de manchas.
Riesgos para la salud
Los suavizantes de telas a menudo están formulados con compuestos de amonio cuaternario (QAC) que ayudan a combatir la electricidad estática de las telas. Diferentes estudios de laboratorio han encontrado que estos químicos pueden causar irritación en la piel y en las vías respiratorias. Incluso se ha demostrado la recurrencia de asma en personas expuestas por tiempos prolongados a los QAC.
Además, se ha descubierto que los suavizantes de telas líquidos pueden hacer que las telas sean más inflamables. Otro problema importante está en la fragancia: en muchos países los ingredientes de este compuesto aromático no necesita revelarse, por lo que no sabemos exactamente qué químicos componen a este producto.
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Daño al medioambiente
En este apartado volvemos a las desventajas de los QAC. Estos compuestos no se biodegradan con facilidad en el agua y resultan altamente tóxicos para los organismos acuáticos. Además, los suavizantes de telas pueden contener derivados del petróleo o del aceite de palma. Éste último está relacionado con la devastación de selvas y el hábitat de animales como el orangután de Borneo. A menudo contienen cloruro de sebo dimetilamonio dihidrogenado, un derivado de grasa animal cuya extracción contribuye al maltrato animal.