Los supermercados cooperativos se basan en la premisa de que el cliente es, al mismo tiempo, el dueño del local. Y ¡todos obtienen un beneficio!
Ciudades como París, Nueva York y Barcelona operan un modelo de comercio que parece resolver muchas de las problemáticas en el sector de alimentos y bebidas. Se trata de los llamados supermercados cooperativos, un esquema en el que todos los involucrados en la cadena de valor salen beneficiados.
La diferencia entre los supermercados cooperativos y un supermercado tradicional es que, en este nuevo esquema, los dueños de los supermercados son los propios vendedores. Esto les permite tener mejores ganancias, al mismo tiempo que se reducen hasta un 15% los costos de los productos.
El modelo de supermercados cooperativos inició en 1973, con la cooperativa Park Slope Food Coop de Nueva York. En 2016, el modelo se importó a París con la apertura de la tienda de La Louve. Y en 2019, la idea se expandió a las principales ciudades de España.
Otro de los beneficios de estos supermercados es que reducen las horas de trabajo al mes, pues en lugar de tener dos turnos, sólo se atiende una jornada larga. Así, se resuelve uno de los problemas por los que tanto se ha criticado a cadenas como Walmart: la explotación laboral.
¿En qué consisten los supermercados cooperativos?
De acuerdo con uno de los fundadores de La Osa (uno de los supermercados cooperativos en España), estos espacios cooperativos tienen tres características:
– Deben tener una amplia superficie, donde hay tanto productos convencionales como orgánicos.
– Funcionan con un sistema de membresía: los consumidores deben donar al menos tres horas de trabajo.
– Tienen una política de compra responsable, donde es fundamental la cercanía, el impacto ambiental y la calidad de los productos.
Lo que mueve a estas cooperativas locales, más que el negocio, es la posibilidad de ofrecer alimentos de mayor calidad y a un menor precio.
En Park Slope Food Coop, el pionero de Nueva York, los precios son hasta un 40% más baratos en los productos convencionales, mientras que los productos orgánicos también tienen precios más competitivos que las cadenas de tiendas tradicionales.
Otra de las ventajas de este modelo de comercio es que los propios socios de la tienda deciden qué productos vender, por lo que se tiene mayor control sobre la calidad de los productos y el origen de los mismos.
¿Tienen futuro estas tiendas participativas?
Quienes apoyan este modelo aseguran que los supermercados cooperativos son el futuro del comercio justo, pues elimina muchas de las barreras que impiden costos bajos al consumidor y que, por decisiones comerciales, ofrecen marcas poco saludables.
Sin embargo, el gran reto de estos supermercados cooperativos es encontrar el número suficiente de socios. La Louve, en París, tiene 4,500 socios que pagan una membresía anual de 1,000 euros. Pero los más recientes, abiertos en España, no superan los 400 socios.
En los últimos años, se han creado cooperativas en distintas zonas de Bélgica, Irlanda y Luxemburgo, para vender alimentos de calidad a precios accesibles. Y aunque el modelo aún no llega a América Latina, no dudamos de que pronto lo hará.
Si estas tiendas tienen futuro o no, lo importante es su irrupción en sí. Al haber llegado con una nueva propuesta de comercio, estas tiendas colaborativas marcaron un antes y un después en la forma de ofrecer alimentos a los consumidores.
Los supermercados cooperativos son, en sí mismos, una lección de que siempre hay otras formas de concebir la economía, lejos de las reglas establecidas por las grandes empresas.
¿Estarías dispuesto o dispuesta a ser miembro de un supermercado cooperativo? ¿Cuáles crees que serían las principales ventajas y beneficios para tu economía?
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