Nadie sabe cuál será la próxima variante del coronavirus. Lo que sí podemos hacer es crear métodos más efectivos para reducir contagios.
Luego del tsunami de contagios de ómicron a nivel mundial, la principal pregunta que millones de personas nos hacemos es: ¿cómo podemos descubrir la próxima nueva variante de coronavirus lo suficientemente rápido como para detener su propagación?
Actualmente, la búsqueda de variantes de coronavirus es muy lenta y esporádica. Los científicos de algunos países (Sudáfrica, Botsuana, Estados Unidos y otros) monitorean patrones en el conteo de casos y secuencian con regularidad muestras del virus de personas infectadas para ver si hay cambios genéticos importantes.
Pero para cuando eso sucede, a menudo las variantes ya se están propagando en una comunidad y probablemente ya se han extendido a otros sitios.
La gran noticia es que hay dos lugares que podrían ayudar a los científicos a encontrar nuevas variantes aún más rápido: las aguas residuales y el aire. Y es que hay rastros del coronavirus en las heces y en el aliento exhalado de las personas. Y, por lo tanto, el virus se puede detectar antes de que las personas se hayan hecho una prueba o hayan desarrollado síntomas.
Científicos de la ciudad de Nueva York, Boston y otras partes han utilizado el monitoreo de aguas residuales durante la ola de ómicron. Así, han podido identificar aumentos abruptos de casos en vecindarios específicos, incluso antes de que se haya identificado una nueva variante de coronavirus
Estas pruebas ayudan a detectar disminuciones de casos. Por ejemplo, funcionarios en Minneapolis y Saint Paul, Minnesota vieron una disminución en la cantidad de virus en las aguas residuales. De este modo, pudieron pronosticar que el pico de ómicron ya había pasado.
¿Hay forma de detectar la nueva próxima variante de coronavirus?
Hasta hace poco, se le había puesto poca atención a las muestras de aire. Ahora, numerosos científicos están haciendo muestras ambientales para rastrear tendencias en las concentraciones de coronavirus e identificar puntos críticos.
Por ejemplo, Estados Unidos, una alianza entre la ciudad de Davis, California, y la Universidad de California está monitoreando los filtros de aire en las escuelas primarias para detectar una posible nueva variante de coronavirus.
En China también han desarrollado un sistema de detección que, según reportes, utilizarán para recolectar y analizar muestras de aire de las instalaciones de los Juegos Olímpicos de Invierno de Pekín.
Estas pruebas tienen otraa gran ventaja: mientras que una muestra de virus de un hisopo nasal o de saliva ofrece información sobre un solo individuo, una muestra de agua residual o de aire ofrece información sobre muchas personas, incluso miles.
Apoyarse en estos métodos podría brindarle al mundo más tiempo para responder antes de que las variantes se propaguen, e incluso antes de que surja una nueva variante de coronavirus.
Nuevas formas de frenar las próximas pandemias
Sin embargo, hay algunos desafíos. Las muestras ambientales pueden contener mucho ruido de fondo: muchos otros virus, bacterias y hongos que se encuentran en los desechos humanos. Esto le toma más tiempo a los laboratoristas para poder separar lo que es importante de lo que no lo es.
La coordinación es otro problema: el mundo necesita desarrollar un consenso sobre cómo analizar las secuencias ambientales y crear un centro para la secuenciación clínica. Esto permitirá compartir información y conocimiento casi en tiempo real entre países.
A medida que estas iniciativas se busquen y financien, también es importante que el público conozca cómo funcionan las pruebas ambientales y la secuenciación. Por ejemplo, dejar en claro que las muestras ambientales son anónimas: no confirman qué persona tuvo el virus, solo indican si el coronavirus está en una comunidad.
Probar y secuenciar muestras de coronavirus que se encuentran en aguas residuales o en el aire no es una solución singular; se utiliza mejor junto con otras fuentes de datos para establecer una visión más amplia y holística de la propagación de un patógeno en una comunidad y en todo el mundo.
Pero debido a que es la forma más rápida de detectar variantes, puede ayudar a los líderes a prepararse y, potencialmente, prevenir la nueva variante de coronavirus, y, con suerte, la próxima pandemia.
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