Numerosos estudios indican los efectos que provoca la música en el cerebro. Pero, ¿sabías que puede mejorar tu salud mental?
Tu oído y tu cerebro, y por tanto tus sentimientos, están más conectados de lo que puedes imaginar. La música tiene un efecto en nuestro cerebro al producir ciertas sustancias que acaban generando desde sentimientos placenteros hasta de tristeza o incluso miedo.
Un estudio de la Universidad de Florida confirma que escuchar música puede tener un efecto tranquilizador y es por ello que la musicoterapia, en el campo de la psicología, es una disciplina con un desarrollo cada vez más amplio.
Y también puedes obtener el efecto contrario. Piensa, por ejemplo, en una película de terror. La simple música puede contarte una historia. Esto es debido a la reacción de la amígdala cerebral (un grupo de neuronas situado en el lóbulo temporal del cerebro) y que nos predispone a entrar en estado de alerta ante el estímulo sonoro.
Stanley Kubrick contó que, para su película La naranja mecánica, tuvo que poner música clásica de fondo en las escenas de violaciones para hacerlas más tolerables al público. De esta forma, aunque veamos una escena altamente violenta, la música nos ayuda a tranquilizarnos.
Otro de los efectos de la música en el cerebro es que, con el paso del tiempo, la música puede llegar a mejorar las habilidades lingüísticas, la creatividad y la felicidad. También ayuda a disminuir la ansiedad y el dolor, y provoca una curación rápida e incrementa el optimismo. Además, ayuda a sanar algunas enfermedades neurológicas como Alzheimer, parkinson y autismo.
El sorprendente efecto de la música en el cerebro
La música actúa sobre el hipotálamo, el núcleo de accumbens y el área tegmental ventral, lo que activa los centros de recompensa y placer de nuestro cerebro. También estimula la producción de óxido nítrico, una sustancia vasodilatadora; la liberación de serotonina; y ayuda a reducir los niveles de cortisol, la hormona responsable del estrés y la ansiedad.
La relación entre cerebro y música incluso es palpable en los músicos. Para ser músico, se requieren características como capacidad de percepción, movimiento, coordinación y audición.
En un músico, ambos hemisferios del cerebro se encuentran altamente conectados mediante una estructura de fibras nerviosas que se agrupan en el denominado cuerpo calloso. También cuentan con un buen desarrollo del cerebelo, que es la parte encargada de la percepción del ritmo.
Pero el resto de las personas también ponemos a trabajar nuestro cerebro, y mucho, cada que escuchamos alguna canción. Cuando ponemos la música que nos gusta, el efecto en el cerebro es placentero, incluso si es una canción triste.
Aunque puede sonar contradictorio, es verdad que algunas personas disfrutan escuchando canciones tristes. Esto es debido a otra hormona, en este caso la prolactina, segregada por nuestro cerebro cuando sentimos tristeza para producirnos un sentimiento de consuelo.
Una sinfonía para nuestras neuronas
Cuando varias personas escuchan a la vez un mismo tipo de música, esta es susceptible de estimular sus neuronas cerebrales de la misma manera, dando lugar a una especie de sincronización que puede desembocar en una experiencia o conexión emocional compartida a través del ritmo.
Los ejemplos más habituales son los conciertos de música o los ejercicios sincronizados de algunas disciplinas olímpicas. De hecho, esta también puede ser la razón por la que en muchas culturas, a la hora de una batalla, los ejércitos contaban con tambores de guerra u otros instrumentos para sincronizar de alguna manera a los combatientes y acrecentar la valentía de los luchadores.
Ahora que ya sabes algunos de los efectos de la música en el cerebro, vuelve a poner tu disco favorito y nota cómo es verdad que tu mundo cambia por completo. ¡Gracias, música!
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