¿Te has preguntado cómo influyen en nosotros los reality shows? La psicología nos explica cuál es su impacto en la sociedad.
Millones de personas en todo el mundo sintonizan los llamados reality shows y los han estado viendo durante décadas. Lo que comenzó como un experimento se ha convertido en una programación convencional y, como cultura, queremos más y más.
Para muchos, los reality shows son la forma más baja de entretenimiento, un insulto a nuestra inteligencia colectiva. Desde su punto de vista, los reality shows alaban el comportamiento grosero y crean un espectáculo de peep voyerista. Glorifican el abuso, elevan personalidades superficiales y promueven relaciones disfuncionales.
Sin embargo, millones de personas los observamos. ¿Pero por qué? Los expertos dicen que nuestra fascinación tiene menos que ver con el voyerismo y más con nosotros mismos. Según el psicólogo Steven Reiss de la Universidad Estatal de Ohio, algunas personas ven reality shows porque los hace sentir superiores. Otros miran porque quieren ver a otras personas humilladas.
Los reality shows se basan en la disposición de las personas comunes a que sus vidas se desarrollen frente a una cámara. Esa mentalidad se derrama en nuestra existencia diaria. No pensamos en ser filmados por las cámaras de vigilancia de las esquinas de las calles o los sistemas de seguridad de las tiendas.
El impacto de los reality shows en la sociedad
¿Hay algún costo personal o social a pagar por nuestra continua fascinación por los reality shows? De acuerdo con la psicóloga Teyhou Smyth, especialista en educación y procesos cognitivos, los reality shows tienen un impacto directo en nuestros valores.
La televisión y todas las demás iteraciones de medios tienen un impacto en nuestros pensamientos, opiniones y comportamientos.
Nuestras mentes están diseñadas para sintetizar montones de información todos los días, desde nuestras interacciones con los demás hasta los libros que leemos y el entretenimiento que buscamos.
Le damos sentido al mundo a través de estos datos que recopilamos. Y esto afecta la forma en que vivimos nuestras vidas todos los días.
Sin embargo, lo cierto es que estamos mucho más influenciados por nuestras experiencias de vida anteriores, nuestra familia de origen, el entorno en el que nos criamos y una gran cantidad de otros factores culturales y genéticos.
Comparado con ello, la televisión y los reality shows tienen un menor impacto e influencia en nosotros de lo que nos impactan las enseñanzas de nuestros abuelos.
¿Por qué nos gustan los reality shows?
Los reality shows nos hacen volver, semana tras semana. Queremos saber quién le dijo qué a quién, qué persona traicionó a otra o quién comprometió sus alianzas o tomó una decisión turbia que influyó en otras personas. Se trata de lo mejor y lo peor del comportamiento humano; es una clase de psicología observacional sin conferencias ni exámenes.
A menudo, los reality shows nos hacen reflexionar sobre lo que podríamos hacer en una situación similar, lo que puede ser un buen ejercicio de exploración de valores. La cuestión básica del interés propio versus el sacrificio personal es un tema que se repite en la mayoría de los reality shows.
Estos temas de buenos y malos comportamientos, traición, competencia y conexión nos son familiares; tomamos decisiones similares todos los días, sin las cámaras, los escenarios artificiales y la publicidad. Nos atrae porque, en un nivel muy básico, amamos el drama humano y nos identificamos con la toma de decisiones difíciles.
Ya sea una competencia por amor, dinero, fama o notoriedad, disfrutamos viendo la lucha. Cuando apoyamos a nuestro participante favorito de un programa de telerrealidad, estamos identificando algo convincente dentro de ellos, y esto puede decir mucho sobre nosotros si elegimos explorarlo.
El nombre de los reality shows es irónico porque a menudo están lejos de presentar escenarios realistas. A pesar de que estos programas son gustos culposos para muchos, podemos usarlos como buenos temas de conversación con amigos y como alimento para el pensamiento dentro de nuestras propias mentes al considerar nuestros valores y cómo vivir de manera que se demuestren esos valores.
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