Después de 100 años, el bisonte blanco o búfalo vuelve a poblar el norte de México gracias a una alianza entre nuestro país y Estados Unidos.
Una especie en peligro de extinción ya se pasea por los riscos de Chihuahua, igual que en el siglo XIX. Se trata del bisonte blanco, también conocido como el mamífero de tierra más grande del continente americano y que estaba fuera de territorio mexicano desde hace un siglo debido a la cacería sin escrúpulos y la destrucción de su hábitat natural.
23 ejemplares en Chihuahua
Pero un proyecto nacido en 2009 ha hecho posible el milagro de que estos también llamados búfalos estén pastando a sus anchas en el estado mexicano. Ese año liberaron una manada de 23 ejemplares que vivían en el Parque Nacional Wind Cave, en Dakota del Sur (EU). El plan es una alianza entre ambos países con la intención de recuperar la especie. Los animales están en la Biosfera Janos, en Chihuahua.
Segunda manada en Coahuila
La iniciativa de preservación ya tiene resultados. María Luisa Albores, secretaria de Medio Ambiente y Recursos Naturales (Semarnat), informó en su cuenta en Twitter hace unos días una manada de esta especie que ya se está asentando también en Coahuila gracias a una segunda manada que llegó a la zona en 2020. Son 19 búfalos que se suman a los 200 que ya están poblando el norte del país.
“El establecimiento de manadas en México contribuye de manera importante a la recuperación de la especie a escala continental y es un ejemplo de éxito en la recuperación de especies en riesgo mediante la estrecha colaboración de diversos actores de la sociedad”, explican desde la Comisión Nacional de Áreas Naturales Protegidas (Conanp).
El bisonte blanco o búfalo fue un animal muy común en el norte de México, Estados Unidos y Canadá. La Conanp señala que hace tres centurias había entre 30 y 60 millones de esta especie.
Sus huesos se usaban como fertilizante
Pero en 1880, su población era alrededor de mil. La historia señala que estos animales eran imprescindibles para los nativos americanos. Usaban sus pieles, su carne como alimento y sus huesos como fertilizante.
El historiador Andrew C. Isenberg menciona en su libro La destrucción del bisonte que la aniquilación de estos animales se inició en la década de los 60 del siglo XIX. Según el experto la eliminación del búfalo era interpretada en la época “un triunfo de la civilización sobre el salvajismo”.
Todavía hay peligro de extinción
Todavía no se puede cantar victoria porque hay amenazas potenciales para su preservación, como la expansión del negocio agrícola, la cacería y la inexistencia de incentivos para promover su cuidado.
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