Somos lo que decimos. Bajo este precepto es importante que cuidemos aquellas frases tóxicas que, sin pensarlo, nos pueden llegar a hacer daño.
Las palabras o los pensamientos tienen un poder determinante en nuestras vidas, por ello debemos poner especial atención en aquellas frases tóxicas que, sin darnos cuenta, podrían afectar nuestro desempeño físico, laboral o emocional.
Desde hace algunas décadas el término “inteligencia emocional” se acuñó por los psicólogos para comprender de qué manera podemos influir de un modo adaptativo e inteligente, tanto sobre nuestras emociones como en nuestra interpretación de los estados emocionales de los demás.
Por esta razón, los expertos se dieron cuenta que para manejar las emociones de una manera más equilibrada, los individuos deben optar por cambiar o “resetear” el lenguaje inútil o ya adoctrinado por terceros, para evitar decir aquellas frases tóxicas. Porque, como lo dijimos anteriormente, el poder de las palabras puede detenernos o impulsarnos dependiendo del valor que nosotros mismos les otorguemos.
Para el doctor en Psicología Ernesto Vidaurreta: “es importante reconocer la manera en que nuestro estado anímico afecta a nuestro comportamiento, cuáles son nuestras capacidades y cuáles son nuestros puntos débiles”.
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“Las frases tóxicas, por su parte, llegan a dañar no solo a nuestras emociones, sino al entorno en el que nos desempeñamos e, incluso, a las personas que nos rodean”, enfatiza el doctor Vidaurreta.
Somos lo que decimos, por lo que palabras o frases aparentemente inofensivas, pueden tornar nuestro mundo personal en algo caótico y lleno de obstáculos.
Una frase es el resultado de un pensamiento y si ese pensamiento está basado en el pesimismo y en el falso realismo, puede acabar, aunque no lo creas, con nuestras ilusiones en un abrir y cerrar de ojos.
Es así como te decimos, de acuerdo con el doctor en Psicología, qué frases tóxicas vale la pena borrar de nuestro disco duro mental.
Debo de, tengo que
Normalmente no lo notamos, pero gran parte de nuestras actividades las hacemos por obligación. “Tengo que lavar”, “debo terminar este reporte”, “tengo que asistir a esa reunión”. Este término está asociado naturalmente con una tarea impuesta, que pareciera que no elegimos, por lo tanto es menos probable que los resultados siempre sean positivos o salgan como nosotros deseemos.
Es mejor decir “quiero hacerlo”, o “me gusta la idea de asistir a tal reunión”. “Me parece buena decisión terminar ese reporte”, ya que la consecuencia de hacer un buen trabajo es, por lo tanto, obtener una remuneración.
No tengo dinero, soy pobre
A veces lo decimos jugando, pero el universo no entiende de bromas. Si atraes la escasez, pues escasez vendrá. Identifica cuando digas esta frase y corrígela con algo que tenga que ver con abundancia. “Tendré abundancia muy pronto”, “en mi cartera siempre hay dinero”, son pensamientos con las que la puedes reemplazar.
Todo lo malo me pasa
Es una de las frases más tóxicas que puedes pronunciar. Lo primero es saber qué comprende la palabra “todo”. Segundo: si algo te salió mal revisa cuál hubiera sido el camino correcto para que ese problema concluyera de una mejor manera. La próxima vez dirás: “no salió como esperaba, pero lo seguiré intentando”.
No vuelvo a confiar en nadie
Si tu creencia es la desconfianza, efectivamente, cualquier persona que se acerque a ti será motivo para tener sospecha o temor. Es bueno ser precavido, sin embargo, ante una mala experiencia con alguien, no quiere decir que todos los demás se van a comportar igual. La solución radica en no vivir los efectos de las malas acciones de otros, de esta manera estarás fortaleciendo la confianza en ti mismo.
No voy a poder
¿Y si, sí puedes? Ahí está la base de todo. Si frente a una situación difícil nos derrotamos antes de intentarlo ya comenzamos mal. Piensa primero en el objetivo final: ¿qué vas a ganar?, ¿qué beneficios obtendrás?, ¿te hará sentir mejor? Bajo esta perspectiva, el verdadero valor de las palabras radica en sus consecuencias o los resultados, mas no en su significado. Concéntrate mejor en: “si puedo, obtendré…” o “si lo logro, llegaré a”.
Frases tóxicas hay muchas, la manera en cómo darles la vuelta hacia algo positivo hay miles más. Por eso es importante que de vez en cuando nos juzguemos y analicemos qué sí podemos cambiar de nuestros propios pensamientos para lograr ser mejores personas.
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