Investigadores de la UAEH revelan que más del 44 % de estudiantes universitarias con cólicos menstruales sufren ansiedad y depresión moderada. Conoce los hallazgos y por qué este malestar debe considerarse un problema de salud pública.
Un equipo conformado por Lilian Scarlet Gerardo Muñoz y Mario Isidoro Ortiz Ramírez, adscritos al Instituto de Ciencias de la Salud, de la UAEH, analiza cómo la dismenorrea primaria severa afecta la salud mental de estudiantes entre 18 y 29 años. La investigación incluye cuestionarios y mediciones de dolor mediante algometría durante los primeros días del ciclo menstrual, mientras los síntomas físicos y emocionales son más intensos.
Ansiedad y depresión asociadas al dolor
El equipo de la UAEH encuestó a 893 estudiantes universitarias para conocer cómo viven los cólicos menstruales. Los resultados fueron claros: el 44.86 % de las jóvenes reportó altos niveles de ansiedad durante los días de dolor intenso. Además, el 38.5 % dijo sentirse con depresión moderada en ese mismo periodo.
Esto confirma lo que muchas mujeres ya saben por experiencia: los cólicos menstruales severos no solo provocan calambres o fatiga, también afectan el estado de ánimo y el bienestar emocional. La investigación, respaldada por medios como Noticias Énfasis, UAEH y Hoja de Ruta Digital, revela que el dolor menstrual fuerte impacta directamente la salud mental y la calidad de vida de quienes lo padecen.
Es más común de lo que se cree
Aunque a menudo se minimiza, la dismenorrea primaria —nombre clínico del dolor menstrual intenso— afecta entre el 40 % y 70 % de mujeres jóvenes. Sin embargo, sigue siendo vista como algo “normal”, a pesar de las consecuencias físicas, emocionales y académicas.
Otros estudios internacionales muestran que este dolor limita las actividades diarias en el 65 % al 90 % de las adolescentes. Además, el ausentismo escolar por esta causa puede superar el 37 %. Es decir, miles de estudiantes faltan a clases o rinden menos porque el dolor las detiene.
Relación entre dolor menstrual y salud mental
La ciencia ya ha demostrado que el dolor menstrual no es solo físico. Existen vínculos directos con ansiedad, depresión y trastornos del estado de ánimo. Incluso se relaciona con condiciones más complejas como el trastorno disfórico premenstrual que afecta entre el 5 % y 8 % de las mujeres que menstrúan y puede causar irritabilidad extrema, tristeza profunda y cambios en el comportamiento.
Además, altos niveles de estrés y ansiedad agravan los síntomas del ciclo menstrual. No es casualidad que quienes viven bajo presión tengan reglas más dolorosas o irregulares.
Impacto en la escuela, el trabajo y la vida social
El dolor constante interfiere con la concentración, las tareas diarias y el rendimiento en la escuela o el trabajo. En Inglaterra, un estudio reciente reveló que los cólicos menstruales severos influyen negativamente en el desempeño académico, generando una brecha de género que no siempre se reconoce.
El problema se agrava con el estigma: muchas jóvenes ocultan su dolor por vergüenza o miedo a no ser tomadas en serio. Eso provoca más estrés y, en muchos casos, aislamiento emocional.

Visibilizar para actuar
Los investigadores de la UAEH insisten en que es momento de tomar en serio este tema. Proponen desarrollar políticas públicas, capacitaciones para docentes y protocolos de apoyo dentro de escuelas y universidades. Su objetivo es claro: transformar un problema silencioso en una prioridad de salud emocional y bienestar académico.
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