Muchos lo amamos, pero otros ya lo sabemos: el chicle tiene un impacto ambiental debido a que no es biodegradable. ¿Sabes qué ocurre con él tras masticarlo?
Mascar chicle: ese hábito tan cool pero tan poco biodegradable, tristemente. Si bien es común, hacerlo genera un impacto negativo en el medio ambiente. Así es: aun cuando hacerlo nos toma máximo ¿una hora? Su impacto dura incluso por siglos.
La costumbre de consumirlo viene de la zona maya de México y de Guatemala, y antes, cuando la goma de mascar no tenía azúcar ni químicos, no había problema, pues era una golosina extraída de un árbol tropical conocido como “el chiclero”.
Pero ahora, el chicle resulta un contaminante no biodegradable que la gran mayoría ignora. ¿Por qué?
Mascar chicle: un hábito cero biodegradable, tristemente
Hoy en día, la mayoría de los chicles contienen un plástico neutro, llamado acetato de polivinilo; este le brinda su elasticidad —esa que nos ayuda a hacer enormes bombas—. Otros de sus ingredientes son: caucho de butadieno-estireno, parafina, cera de petróleo ypolivinilo (que se usa para hacer neumáticos). ¡Ya no suena tan rico!
La práctica de mascar chicle proviene de la zona maya de México y Guatemala. Con el tiempo se le añadió azúcar y se industrializó. Actualmente la gran mayoría de los chicles están elaborados con un plástico neutro, el acetato de polivinilo, que es lo que le da su elasticidad que tanto divierte a quien la mastica.
El chicle es el segundo residuo que se encuentra en las calles después de las colillas de cigarro. Y retirarlo resulta difícil para el personal de limpieza de las ciudades. Esto debido a que el 80% de la goma de mascar que consumimos no es desechada de la manera correcta.
Lo más preocupante es que, aun cuando se tire en el bote de basura, muchas veces acaba en el océano, donde animales como peces o aves lo terminan por consumir. Esto pone en riesgo su salud pues no cuentan con un organismo apto para digerirlo.
Lo peor es que el chicle guarda toxinas conforme va pasando el tiempo, lo cual también contamina el agua y el ecosistema o incluso los pescados que ¡llegan a nuestra mesa! Digamos que, entonces, más que en el ciclo de la vida, el chicle participa en el “ciclo de la contaminación”. Fatal.
Algunos países comienzan a prohibirlo
Debido a que el chicle no es biodegradable, hay países que buscan la manera de sacarlo de su cultura. Por ejemplo, Singapur, que tras prohibir consumirlo en la calle ha logrado reducir estos residuos hasta en un 46%.
En realidad, nadie sabe cuánto tarda el chicle en biodegradarse; pero pueden ser siglos de espera. La única opción es reducir nuestro consumo, procurar tirarlo siempre en el bote de basura de productos no biodegradables.
Existen, para los que no pueden vivir sin él, alternativas de chicle biodegradable como Chicza Gum, que cosecha el chicle directamente de árboles chicozapote de 300 años en la selva maya. También Simply Gum, una empresa que fabrica su chicle utilizando solo glicerina vegetal, harina de arroz orgánica y saborizantes naturales.
Así que ya lo sabes, el chicle no es biodegradable y puede afectar la salud del planeta más de lo que crees.
También lee: Este plástico biodegradable está hecho a base de algas.