Esta unidad anti caza furtiva está apoyada por la Fundación Leonardo DiCaprio (LDF) y la Fundación Internacional Contra la Caza Furtiva (IAPF).
En Zimbabwe, el problema de la caza furtiva ha disminuído en un 40% la población de elefantes desde 2001. A pesar de los esfuerzos de distintos organismos y gobiernos locales, este fenómeno continúa cobrando la vida de miles de animales en peligro de extinción.
Las áreas de caza de trofeos representan una sexta parte de toda la extensión geográfica del continente africano. Derivado del activismo, las restricciones para importar estos trofeos y la mala percepción pública, este tipo de caza ha dejado de ser económicamente viable para muchas poblaciones y, hasta ahora, no se ha logrado establecer un modelo de negocio o alternativa equiparable que motive a la población a proteger a las especies y así evitar la caza furtiva. Triste, pero cierto.
Ante la situación de deterioro social y ambiental, la Fundación Leonardo DiCaprio (LDF) y la Fundación Internacional Contra la Caza Furtiva (IAPF) concibieron un modelo de conservación impulsado por una comunidad de mujeres desfavorecidas. El objetivo es restaurar y gestionar una red de áreas silvestres como alternativa a la caza de trofeos, y sus labores se centran por ahora en la Reserva Phundundu de Zimbabwe.
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Bautizada como Akashinga (las valientes), la unidad tiene entre sus filas a madres solteras que solían estar desempleadas, esposas abandonadas, trabajadoras sexuales, víctimas de abuso sexual y físico, esposas de cazadores furtivos que ahora se encuentran en prisión, viudas y huérfanas.
Todas ellas recibieron el mismo entrenamiento que los guardabosques masculinos. Recibieron clases de combate desarmado, patrullaje, primeros auxilios, seguridad y armas de fuego, derechos humanos, recolección de información y ética de la conservación, búsqueda y arresto, y preservación de una escena del crimen, entre otras.
Otro beneficio de esta iniciativa se obtuvo gracias a que las mujeres de zonas rurales con un salario fijo invierten hasta tres veces más que un hombre en su familia y hogar. Esto asegura un impacto económico mayor o igual al que alguna vez proporcionó la caza de trofeos.
El programa pronto se extenderá hasta la reserva vecina de Nyadzo y planea reclutar un total de 2 mil mujeres que protegerán una red que abarca 30 millones de acres de vida silvestre y biodiversidad para el año 2030.