Se prevé que para 2030, la tasa de acopio de PET será de un 80%, de 45% en promedio para todos los plásticos y de 30% en el contenido de material reciclado.
El jueves pasado, el Senado de la República, en asociación con más de 60 empresas y cámaras de comercio nacionales, firmó el Acuerdo Nacional para la Nueva Economía del Plástico en México. La iniciativa, impulsada por la Fundación Ellen McArthur y el Programa de las Naciones Unidas para el Medio Ambiente, busca establecer medidas claras y verificables para una buena gestión de los residuos.
De acuerdo con el comunicado emitido por el Senado, los participantes se han comprometido a trabajar de forma conjunta para eliminar los plásticos de un sólo uso, convirtiéndolos en material reusable, reciclable o compostable. Se prevé que para 2030, la tasa de acopio de PET será de un 80%, de 45% en promedio para todos los plásticos y de 30% en el contenido de material reciclado. La SEMARNAT, por su parte, será la encargada de dar seguimiento a dichos objetivos.
Entre algunos de los firmantes polémicos de este acuerdo están la industria mexicana de Coca-Cola y sus subsidiarias Coca-Cola México, Arca Continental, FEMSA, Jugos Del Valle-Santa Clara y la Asociación de Embotelladoras Mexicanas de Coca-Cola (ASCOCA), y sus plantas de reciclaje PetStar e IMER. También se adhirieron al acuerdo las asociaciones ECOCE y ANPRAC.

El rechazo
- “El Acuerdo Nacional para la Nueva Economía del Plástico en México es permisivo, voluntario, y no cambia nada”: Greenpeace
Según Miguel Rivas Soto, doctor en Ciencias Biológicas por el Instituto de Ecología de la UNAM y líder de proyectos de Océanos de Greenpeace México, el acuerdo está plagado de trampas y parte de un diagnóstico incorrecto e ineficiente sobre las causas de la contaminación plástica. Éste último sustenta que el problema principal está en el manejo inadecuado del residuo plástico una vez generado y la falta de su reincorporación a la economía.
En cambio, Greenpeace y la organización Oceana México sostienen que la solución no implica sólo mejorar el manejo de los residuos, sino reducir radicalmente la producción y comercialización de todos los productos con empaques plásticos. Algo en lo que seguramente Coca-Cola, sus subsidiarias y empresas similares no estarán de acuerdo.
La organización también ha sido crítica en cuanto a los objetivos establecidos en este iniciativa, calificándolos como “poco ambiciosos”. El acuerdo se basa en una estrategia post-consumo y planea alcanzar sólo un 30% de contenido reciclado para 2030. Señalan que el acuerdo no ataca la raíz del problema ni propone soluciones reales. Además, mina la adopción de reformas a la Ley General para la Prevención y Gestión Integral de los Residuos (LGPGIR) que se han introducido para su dictaminen en el Senado de la República.

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