Un campo de cebada en Reino Unido fue abandonado en 1961. Ahora es un claro ejemplo de que la reforestación natural logra desarrollar enormes bosques.
Hace 60 años, un grupo de científicos puso a prueba un experimento: ¿qué pasaría si le regresáramos la vida a un antiguo campo de cultivo, arrasado por la deforestación? Hoy, una serie de fotografías nos muestran los resultados de la reforestación natural de este bosque.
El experimento lleva por nombre Monks Wood Wilderness y fue idea de Kenneth Mellanby, director de la Estación Experimental Monks Wood, un antiguo centro de investigación en Cambridgeshire, Reino Unido.
El investigador dejó una nota escrita en 1961, donde describe su experimento. Junto al bosque de la Reserva Natural Nacional Monks Wood había un campo de cultivo que fue abandonado por los campesinos que solían sembrar cebada en él.
“¿Se podrá volver a convertir en un bosque? ¿Cuánto tiempo llevaría eso? ¿Qué especies vivirían en él?”, escribió en la nota, recientemente compartida por el mismo centro de investigación.
A 60 años de esa idea, recientemente el sitio Positive News dio a conocer cómo se ve hoy ese antiguo campo de cebada. Los resultados de la reforestación de este bosque son impresionantes.
Esta es la cara de la reforestación natural de un bosque
Ni Kenneth Mellanby ni ningún otro científico sembró alguna semilla, ni hizo una tarea específica para regresarle la vida al terreno deforestado. Toda su recuperación se dio de forma natural.
En los primeros 15 años, se documentó que empezaron a crecer los primeros matorrales. Así es: tardó tanto tiempo en regenerarse la tierra, tan explotada por la agricultura no sostenible a la que la tenían sometida.
Derivado de que los matorrales tenían bayas, algunas aves comenzaron a llegar a la zona y fueron diseminando las semillas por el campo.
Estos matorrales, a su vez, protegían algunos pequeños brotes de fresnos, arces y robles ingleses, que empezaron a crecer por acción natural del viento que arrastró hasta allá las semillas de estos árboles.
Se cree que también algunas ardillas plantaron, de forma accidental, algunos robles en el viejo campo de cultivo. Recordemos que las ardillas suelen esconder las bellotas para comerlas más tarde. Y ¡ups!, de repente ya teníamos brotes de roble creciendo en la tierra.
Hoy, 52% de los árboles que están en la zona son robles. Y esto permitió que llegaran algunos conejos, que construían sus madrigueras debajo de los árboles. Poco a poco llegaron las flores y otras hierbas que buscaban la sombra y protección de los robles.
El resultado de esta reforestación natural es un bosque estructuralmente complejo, con múltiples capas de vegetación arbórea y arbustiva. Y madera muerta acumulada a medida que el hábitat ha ido envejeciendo y renovándose.
Nos encanta ver el efecto natural de la reforestación de los bosques. Es sorprendente ver los resultados cuando el ser humano deja de explotar la tierra y permite que la naturaleza recupere su espacio, ¿no crees?
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