El autosabotaje es una de las razones por las cuales equivocamos el camino una y otra vez. Te decimos cómo tomar mejores decisiones.
¿Te arrepientes de algunas acciones de tu pasado? Todos nos cuestionamos con el típico: ¿por qué hice eso, por qué dejé que eso pasara? Pero nadie nos enseña cómo tomar buenas o mejores decisiones.
Antes de comenzar, hay que recordar que no hay buenas o malas decisiones per se. Las decisiones son solo eso: tomamos un camino o el otro, ambos nos llevan a resultados diferentes, pero no debemos culparnos por ello.
Y he ahí donde radica el problema: en la culpa. Según un nuevo artículo de la Universidad de Ámsterdam, el tomar las decisiones incorrectas puede desatar un problema llamado “selección de situaciones desadaptativa”.
Hay todo un argumento científico detrás, pero lo que este problema significa es que, a medida que tomamos malas decisiones, vamos siendo más propensos a tomar todavía peores decisiones hacia adelante.
Es como si, conforme vamos tomando decisiones que nos dejan inconformes, fuéramos perdiendo nuestra capacidad de discernir. O como dicen las autoras del estudio (Renée Visser y Arnoud Arntz), es como si nuestra brújula de decisiones se descompusiera.
¿Por qué tomamos “malas” decisiones?
La brújula defectuosa de la que hablan Visser y Arntz consiste en no ver las “banderas rojas” o red flags que se nos presentan. Esto nos hace propensos a sufrir “exposición repetida a experiencias negativas”.
Esto se debe a un defecto en la memoria emocional. Las personas a las que se les arruina su brújula para tomar buenas decisiones suelen ser individuos que olvidan fácilmente los errores del pasado, o mejor dicho, que no registran de forma traumática aquellas vivencias que en el pasado causaron dolor.
No es como tal un problema ni mucho menos una enfermedad, pero si quieres empezar a tomar buenas decisiones es necesario afinar bien esa brújula que te guiará hacia los caminos que más te convengan.
Recuerda: no existen las buenas o malas decisiones. Pero sí puedes tomar las decisiones que más te favorezcan en ese momento.
Las 4 formas de empezar a tomar buenas y mejores decisiones
Como te decíamos arriba, para poder tomar buenas decisiones es importante reparar algunos déficits en la memoria emocional, que enlistamos a continuación:
1. No intentes reparar el futuro confiando en lo mismo que falló
Es muy común decir “esta vez sí voy a hacer bien las cosas en mi trabajo” o “esta vez sí habrá confianza con mi pareja que me fue infiel”. Hay que ser muy honestos para reconocer que, lo que está roto, ya no se repara.
Mantener esperanzas en donde no las hay sólo reforzará nuestras malas decisiones y evitará que podamos ver más allá de un lugar, o de una situación, o de una persona. Aprende a tomar buenas decisiones aprendiendo a reconocer dónde sí es y dónde no es.
2. No le tengas miedo a lo diferente
Las autoras del estudio encontraron que muchas personas toman decisiones basadas en la primicia “qué es lo más fácil para mí”, en lugar de cuestionarse “hacia dónde podría llegar si tomo un camino diferente”.
La comodidad no es mala, pero llegará un momento en el que estar con una pareja idéntica que tú, o en un trabajo donde nadie te contradice ni te reta, te llevará al estancamiento. O peor aún: podrías entrar en un círculo de malas decisiones.
Para tomar buenas y mejores decisiones, a veces es necesario dejar de ver el cambio como una amenaza.
3. Deja de sabotearte para poder tomar mejores decisiones
Si te la pasas tomando las decisiones menos apropiadas para ti, es probable que estés desviando tu atención de problemas emocionales a los que no les puedes hacer frente. En lugar de lamentarte “por qué siempre tomo las peores decisiones” mejor cuestiónate: ¿qué cosas no estoy sabiendo enfrentar?”.
Recuerda (una vez más) que no hay malas decisiones, sino decisiones que no nos favorecen. Y si estás ocultado o enmascarando situaciones emocionales, muy probablemente continuarás en una dinámica inconsciente de autosabotaje.
Por ejemplo, puede ser que estés triste porque nunca tienes dinero en tu cuenta bancaria. Y entonces, para dejar de sentirte triste, corres a una tienda a comprar más artículos que, al final, te dejarán todavía más endeudado. ¿Y si mejor aprendes a trabajar el origen de esa necesidad de gastar?
4. Corrige el rumbo de tus decisiones
Una vez que te vuelves más consciente de qué es lo que te está llevando a tomar malas decisiones, verás que las cosas se hacen más claras en un futuro. Es decir, comenzarás a tener nuevas asociaciones del tipo incentivo-recompensa. Por ejemplo, “ya sé que lo que necesito es un mejor empleo” o “ahora me doy cuenta que esta persona no me estaba impulsando a salir adelante”.
Como puedes ver en estas cuatro posibles causas de una brújula defectuosa, el aprendizaje previo y las asociaciones emocionales juegan un papel importante en el establecimiento del curso de tus acciones futuras.
No tienes que estar agobiado toda tu vida por decisiones de las que ahora te arrepientes. Hacerte cargo de estos recuerdos te ayudará a encaminarte hacia la realización a medida que trazas el curso de tu vida los próximos años.
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