No eres tú, es tu cerebro: así funciona la relación jefe-empleado

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No eres tú, es tu cerebro: así funciona la relación jefe-empleado

¿Ya te cansaste de intentar llevarte bien con tus jefes? Posiblemente tu cerebro está predeterminando tu relación jefe-empleado.

La mayoría de nosotros hemos tenido grandes jefes y jefes no tan buenos. Pero, ¿qué pensarías si te decimos que esta relación jefe-empleado ya viene predeterminada no por la personalidad, sino por tu cerebro?

Eso es exactamente lo que encontró en sus investigaciones Sherri Malouf, doctora en medicina. En su libro Science and the Leader-Following Relationship, analiza las complejidades de la relación jefe-empleado para descubrir por qué algunas tienen buena química y otras simplemente son un desastre.

Malouf encontró que, generalmente, tendemos a estudiar el rol del líder y el rol del empleado, reforzando estereotipos de cada uno de ellos. Pero pocas veces se estudia la relación jefe-empleado como un tercer elemento.

Es en esta relación donde la investigadora, utilizando algo llamado “ciencia de los sistemas”, encontró que la relación jefe-empleado ya viene predeterminada por nuestras experiencias de vida.

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La respuesta parece estar en algo llamado “atajos”. Al cerebro le gusta crear patrones. Los patrones se estructuran según cómo crecimos y cómo nos socializamos en nuestras comunidades. Estos atajos van creando comportamientos predeterminados a largo plazo.

Los atajos cerebrales hacen que nuestra primera interacción con las personas sea rápida y automática, pero también en esos primeros intercambios determinamos si esa persona forma parte de un “nosotros” o parte de un “ellos”. Cercanía o distancia.

Cuando hay cercanía, el cerebro libera oxcitocina, lo cual nos ayuda a generar confianza. Cuando hay distancia, la ausencia de oxcitocina nos hace ser más agresivos o despectivos.

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Foto: Unsplash

Los atajos también incluyen expectativas sobre cómo deberían actuar los demás. El cerebro no quiere crear un nuevo modelo para cada interacción, por lo que elige caminos automáticos que funcionan la mayor parte del tiempo.

“Por ejemplo, buscamos si un líder se ajusta al modelo mental que tenemos sobre cómo debe comportarse un líder”, dice Malouf. “Inconscientemente, estamos marcando casillas en nuestro cerebro y podemos determinar rápidamente si queremos entablar o no una relación”.

Los jefes hacen lo mismo con sus empleados, quienes idealizan sobre lo que sería un empleado ejemplar. Así que, si nos encontramos frente a un jefe que nuestro cerebro percibe como que “no nos va a valorar”, tendemos a menospreciarlo.

Así puedes mejorar la relación jefe-empleado

Las relaciones laborales son fundamentales para la productividad, la motivación y el compromiso en un trabajo. Y cuando hablamos de jefe y empleado, es todavía más importante.

“Si mi relación con mi jefe es mala, será difícil salir de la cama e ir a trabajar”, explica Malouf. Si tenemos un mal jefe, tendemos a culpar al líder. Pero en las relaciones cada uno de nosotros es responsable de la mitad”.

Este estudio nos arroja información sobre cómo, inconscientemente, desechamos la oportunidad de tener una buena relación jefe-empleado. Al hacerlo consciente, podemos abrir la puerta a mejores experiencias de trabajo.

Pero también las empresas tienen mucho que aprender y nueva información para capacitar a líderes y empleados con base en esta nueva aproximación.

“Olvidamos que hay un líder, un empleado y un tercer actor: la relación. Puedes seguir creando nuevos modelos de liderazgo, pero no estamos arreglando las relaciones”, concluye la investigadora.

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